Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
10.09.87
La visita de Erich Honecker a Bonn ha supuesto una gran
victoria política y moral para un estadista ya jubilado: Willy Brandt. El ex
presidente del Partido Socialdemócrata (SPD) fue el artífice de una ostpolitik cuya
principal característica era la aceptación de las realidades existentes, frente
al dogmatismo de guerra fría propugnando por los anteriores Gobiernos
democristianos.
Los acuerdos con Polonia (1970) y la RDA (1972) ratificaron
por primera vez la inviolabilidad de las fronteras existentes surgidas de la II
Guerra Mundial y el respeto a la integridad territorial y de todos los Estados
de Europa. Por renunciar a una Alemania reunificada en las fronteras de la preguerra
con la que aún sueña la derecha de la RFA, Brandt fue tachado de "cómplice de
Moscú" y de "traidor" por los democristianos.
Ahora el canciller democristiano, Helmut Kohl, ha tenido que
aceptar la máxima de Brandt de que sólo el realismo permite aliviar la división
europea. La realidad, guste o no, es que los regímenes comunistas tienen el
poder en el Este europeo y con ellos hay que negociar. Los sueños de Konrad
Adenauer de minar el sistema socialista en la RDA para anexionarla finalmente
a la RFA sólo contribuyeron a la represión en el Este y a la construcción del
muro. Jubilado, Brandt ve ahora confirmada e imitada por la derecha su política
hacia el Este, su gran legado.
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