Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
05.09.87
Mathias Rust, el joven piloto alemán que aterrizó en la
plaza Roja de Moscú, fue condenado ayer a cuatro años de trabajos forzados. El
juez Robert Tijomirnov leyó al mediodía de ayer, en la sala del Tribunal
Supremo de la capital soviética, la sentencia que declara a Rust culpable de
los tres cargos que se le imputaron: violación de fronteras, violación de las
reglas de vuelo y gamberrismo grave. Rust aceptó la sentencia con entereza,
aunque sin la serenidad ostentosa de que hizo gala los dos primeros días del
juicio. Al escuchar el veredicto, su madre corrió hacia él, le abrazó y le
besó. La sentencia condena a Rust a dos años por violar las fronteras, a tres
por violar las normas de aviación y a cuatro por gamberrismo grave. Sólo habrá
de cumplir la pena más alta.
Rust deberá cumplir la condena en un campo de trabajo no
especificado aún y en "condiciones normales", no en régimen de
severidad como solicitó el fiscal. La fiscalía había pedido una pena de ocho
años de trabajos forzados y el abogado una multa y libertad condicional. Este
veredicto es firme, al no haber posibilidad de recurrirlo. Rust tan sólo puede
presentar una solicitud de indulto a las máximas autoridades soviéticas.
Existe, sin embargo, la esperanza de que Rust se vea beneficiado por una medida
de gracia del Kremlin, posiblemente con motivo del 70º aniversario de la
Revolución bolchevique, que se celebra este año.
Con cuatro años de trabajos forzados en régimen común, la
condena al joven piloto queda así exactamente a medio camino entre las
peticiones de la fiscalía y la defensa. El régimen penitenciario impuesto a
Rust es el más leve de los contemplados en el código soviético. El magistrado
que presidió el tribunal durante los tres días del juicio manifestó que la
intencionalidad, la peligrosidad del vuelo y la osadía e impertinencia de la
acción han determinado el veredicto.
Acción temeraria
Rust, un apasionado de la aviación, había aprovechado el
pasado 28 de mayo una excursión en solitario por Escocia y los países
escandinavos a bordo de una avioneta Cessna-172 para internarse en territorio
soviético hasta Moscú y aterrizar en la Plaza Roja, a pocos metros del mausoleo
de Lenin. Su temeraria acción puso en evidencia graves deficiencias en el
sistema de defensa aérea de la URSS y provocó el fulminante cese del ministro
de Defensa, Sergei Sokolov, y más de una veintena de altos mandos militares.
En la sentencia se pone en duda la versión de Rust, según la
cual voló a Moscú guiado por "intenciones pacifistas" para hablar
sobre el desarme y la paz con líderes soviéticos. Rust -se señala- jamás
participó en actividades públicas con estos fines, nunca mostró interés por la
política ni intentó ponerse en contacto con la URSS por medios legales. Además,
aseguró a un testigo tras aterrizar en la Plaza Roja que lo había hecho
"para divertirse". Todo esto permite deducir -indica la sentencia-
que Rust realizó el vuelo por aventurerismo, por ganas de destacar y hacerse
famoso.
En la República Federal de Alemania (RFA) no se dudaba ya
que Rust fuera a ser condenado, si bien sorprendió la magnitud de la petición
fiscal. Si se excluye a algunos diarios derechistas, que utilizaron el hecho
para sus ataques antisoviéticos, la mayoría de los medios coinciden en que el
trato dado a Rust antes y durante el juicio no merece reproche alguno. Dos de
los cargos, la violación de frontera y de las reglas de navegación aérea, eran
irrefutables, y en el tercero y más controvertido, "gamberrismo
grave", Rust había incurrido en contradicciones al explicar los motivos
para su temerario vuelo. En un sondeo efectuado ayer en la RFA, el 87% de los
consultados se declaró convencido de que Rust va a ser indultado por las autoridades
soviéticas.
En su breve intervención antes del juicio, Rust había
reconocido haber cometido "un grave error". "Sólo quiero
reiterar que no quise dañar, poner en peligro ni ofender a nadie. Entonces (el
28 de mayo) no era el que soy hoy".
El abogado de Rust, Vsevolod Jakovlev, pronunció un caluroso
alegato en defensa de Rust, recordando al tribunal que la petición de ocho años
del fiscal supone prácticamente la mitad de los años que ha vivido el joven.
"Sus intenciones eran equivocadas, pero su fin, su objetivo, es
bonito", manifestó, subrayando la tesis de la misión pacifista de
Rust. Todos los partidos de la RFA lamentaron la condena.
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