Por HERMANN TERTSCH
El País, Varsovia,
29.09.87
TRIBUNA: RELACIONES ESTE-OESTE
El salto cualitativo en las relaciones Este-Oeste, cuyo
primer indicio importante en el terreno del desarme es el acuerdo para la
eliminación de los misiles de medio alcance, puede abrir un período de
cooperación intereuropea en todos los terrenos que no tiene precedente en la
posguerra. A diferencia del período de distensión de la década de los setenta,
el que ahora puede iniciarse se basa en necesidades objetivas y perentorias de
la Unión Soviética y sus aliados de replantearse todos los fundamentos de su
sistema político y económico. No es, por tanto, producto de una voluntad
política mutable.
Éstas son algunas de las conclusiones de un encuentro
sobre Las perspectivas de futuro de Europa del Club Político de
Berlín, celebrado la pasada semana en Varsovia. Este foro, compuesto por
economistas, políticos, diplomáticos y expertos en derecho internacional de los
países firmantes del Acta de Helsinski, analiza regularmente problemas y
perspectivas de la cooperación europea. La sesión de otoño celebrada en
Varsovia se realizó pocos días después del anuncio del acuerdo de principio
entre Washington y Moscú para eliminar todos los misiles de alcance intermedio.
EL PAÍS participó en este encuentro. Según las reglas del
Club Político de Berlín, los debates pueden hacerse públicos sin identificar a
los participantes. Todos los asistentes, incluidos los representantes gubernamentales,
intervienen a título personal.
Acuerdos de desarme
El encuentro de Varsovia se centró sobre todo en tres
cuestiones: la seguridad y defensa tras el acuerdo sobre los euromisiles, las
reformas internas de los países socialistas y su repercusión sobre la
estabilidad europea, y las posibilidades de cooperación intereuropea en la
nueva situación.
En los aspectos de la seguridad, todos los asistentes
coincidieron en que el acuerdo para la eliminación de euromisiles tiene un
valor político claramente positivo. No obstante, por parte occidental se
insistió en que este acuerdo solo podrá tener un valor positivo para la
seguridad de la Alianza Atlántica si resulta ser el primer paso de una serie de
acuerdos de desarme. El Pacto de Varsovia tiene que dar el primer paso en la
eliminación de su superioridad en armamento convencional. De no ser así, el
acuerdo sobre misiles de alcance intermedio haría imprescindible un rearme de
las fuerzas convencionales de la OTAN, muy difícil de imponer en los Parlamentos
de los miembros europeos de la Alianza en el actual momento de euforia del
desarme.
El incremento de los presupuestos militares que esto traería
consigo y la probable negativa a ello por parte de algunos Gobiernos europeos
celosos de sintonizar con su opinión pública nacional en las democracias
parlamentarias puede suponer un grave problema para la Alianza. No obstante, se
insistió también en la evaluación cualitativa y no sólo cuantitativa de las
armas convencionales. "La mitad de los tanques soviéticos no llegarían ni
a la frontera occidental de la URSS en un hipotético plan de ataque. Están
listos para el desguace", señaló un asistente.
El disenso entre Este y Oeste sobre la desnuclearización del
continente fue clara. El Este es firme partidario de la eliminación total de
estas armas. Para los representantes occidentales y de algunos países
neutrales, la desaparición completa de las armas nucleares supone un incremento
del riesgo de conflicto. Todos se mostraron, sin embargo, partidarios de una
reestructuración global de las defensas convencionales para quitarles su
capacidad ofensiva. Las armas ofensivas, tales como carros de combate,
helicópteros y artillería, deben ser reducidas drásticamente.
El diálogo Este-Oeste sobre las respectivas doctrinas
militares, la profundización en las medidas de confianza elaboradas en la
Conferencia de Estocolmo, cuya aplicación fue muy elogiada, y el rechazo
general, incluido el de los representantes orientales, a una retirada de
Estados Unidos de Europa y a cualquier tendencia neutralista fueron otros
aspectos destacados. Se expresó, sin embargo, la preocupación de que, de darse
la situación de un bloqueo en las negociaciones sobre armas convencionales,
Estados Unidos pudiera decidir en un futuro condicionar su presencia en Europa
a un aumento de los gastos militares de sus aliados, de muy dificil viabilidad
política.
La encrucijada soviética
La Unión Soviética y sus aliados se hallan en una
encrucijada. O emprenden profundas reformas políticas y económicas que afectan
a todo su sistema o se resignan a la insignificancia política y económica en el
umbral del siglo XXI. En este sentido, economistas y políticos de ambos bloques
coincidieron en Varsovia en que "Gorbachov no es el artífice del cambio,
sino su producto". Sus ideas han ido madurando a lo largo de las dos
últimas décadas en una generación de cuadros que ha percibido la inviabilidad
del sistema en sus actuales características.
Pese a la clara voluntad política y la certeza de que no hay
alternativa, las dificultades para que las sociedades socialistas recuperen al
menos parte del terreno perdido en la carrera tecnológica son enormes. Por un
lado, se da una "ingente fuerza social inmovilista", la burocracia o
nomenclatura, aferrada a sus privilegios y dominada por una inercia que va
contra los intereses tanto de sus propios regímenes como de Occidente. Por otra
parte, el marco económico en que deben realizarse estos cambios en profundidad
es malo y, sin embargo, condición para el éxito de la política de renovación en
el Este es que la población perciba a medio plazo beneficios de los nuevos
sacrificios que se le piden.
Reforma política
La reforma del marco político en estos países es
imprescindible para emprender los primeros pasos hacia una hipotética solución.
La necesidad de un pluralismo de representación de los diversos intereses
sociales, en la forma que sea, es ya aceptada en el Este. Sin este pluralismo,
la liberalización de la iniciativa privada no tiene posibilidades de éxito
económico. Para la reestructuración de su sector de exportación, los países
socialistas requieren una fuerte actividad inversora solo realizable con
cooperación occidental.
Los países socialistas corren el inminente riesgo de quedar
descolgados de la carrera tecnológica si no lo están ya. De no tener éxito el
esfuerzo modernizador ahora iniciado en la URSS, Europa quedaría
definitivamente dividida en dos bloques, no ya sólo por ideología y alianza
militar, sino por una diferencia insalvable de desarrollo social y económico
que haría desvanecerse los lazos más fuertes que unen al continente, los
culturales e históricos. De ahí que sea también de máximo interés para Europa
Occidental que el llamado socialismo real logre su autorreforma, en la certeza
de que su nuevo tipo diferirá enormemente del modelo actual.
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