Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
18.09.87
El primer ministro húngaro, Karoly Grosz, ha anunciado la
aplicación de una profunda reforma fiscal y severas medidas de austeridad para
hacer frente al estancamiento de la economía de este país durante los últimos
años. Hungría es el primer país de la comunidad socialista que implanta el
impuesto sobre el valor añadido (IVA), paralelo a la aplicación de un impuesto
sobre la renta progresivo de entre el 20% y el 60%.
Paralelamente a las reformas económicas -que ya han
provocado resistencias en algunos sectores del partido y de la sociedad-, Grosz
anunció mayor autonomía para el Parlamento y sus comisiones y una mayor
democratización de toda la vida pública en el país. Grosz, desde junio pasado
primer ministro y máximo candidato a la sucesión en la jefatura del partido
comunista del líder histórico, Janos Kadar, anunció el miércoles ante el
Parlamento el paquete de medidas económicas. El jefe del Gobierno advirtió que
estas medidas repercutirán seria y dolorosamente sobre el nivel de vida de la
población, pero subrayó que no existe otra salida a la actual situación.
Grosz responsabilizó del deterioro de la situación a las
"tensiones y contradicciones" en el seno del sistema económico mixto
húngaro. El primer ministro cifró la deuda exterior neta en 8.000 millones de
dólares (más de 950.000 millones de pesetas). Otras estimaciones la cifran en
10.000 millones de dólares.
El régimen de Budapest es el que más lejos ha ido en la
aplicación de criterios de mercado y de iniciativa privada de la comunidad
socialista. No obstante, muchas de las iniciativas no han cuajado, y la
productividad en el sector industrial no se ha incrementado, como lo hizo en el
agrario.
La aplicación del IVA, proyectada desde hace años por el
régimen de Budapest, tiene como objetivo estimular la producción y restringir
el consumo con aumentos de precios que llegarán al 25%.
Formas autoritarias
Grosz, al que algunos sectores intelectuales acusan de
querer retornar a formas autoritarias de gobierno, dejó claro que Hungría
seguirá por la vía de las reformas económicas. Sin embargo, aseguró:
"Seremos consecuentes", y, "sobre todo, vamos a aplicar aquello
que decidamos". Economistas húngaros partidarios de las reformas achacan
el estancamiento de la economía precisamente a la falta de decisión de los
anteriores Gobiernos para cargar con las consecuencias sociales de la reforma.
El nombramiento de Grosz fue calificado en general de positivo en medios
políticos y económicos de Hungría, ya que es el dirigente que mayor autoridad y
decisión ha mostrado en el partido y en los sindicatos y el que tiene más
posibilidades de aplicar las reformas que en estos gremios se ven con preocupación. En
los sindicatos se teme que las nuevas medidas incrementen la inflación, que se
halla en el 10% este año, y afecte sobre todo a los pensionistas y a los
desempleados. Hungría es el primer país socialista que ha aceptado públicamente
la existencia de parados y está cerrando las empresas no productivas.
En su llamamiento a la población para que acepte las
medidas, Grosz citó al filósofo marxista Gyorgy Lukacs, represaliado largo
tiempo por el régimen: "La productividad es una cuestión de moralidad".
El primer ministro anunció el final de la práctica de adquirir créditos para la
financiación, y anunció que se limitarán los préstamos a la llegada de
"capital productivo".
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