Por HERMANN TERTSCH
El País, Varsovia, 27.11.87
El Gobierno polaco ha convocado a la población el próximo
domingo a que exprese su opinión sobre la forma de aplicación de las reformas
políticas y económicas. El régimen ha anunciado su intención de aplicar un
programa radical de cambios económicos y políticos y pide a la población que
confirme con su voto esta política, cuyo fin es mayor efectividad económica,
mejor nivel de vida y más participación ciudadana en las tareas de gobierno en
el nuevo socialismo pluralista.
Los llamamientos del gobierno a la participación en el
referéndum no parecen haber tenido el éxito apetecido. En su desconfianza a
todo lo que proceda de las autoridades, muchos polacos han decidido ya no
acudir a las urnas, convencidos de que el régimen utilizaría su voto para
autoafirmarse y la reforma anunciada no tendrá mas efecto que una subida de
precios y un nivel de vida aún mas bajo. La reacción inmediata de los polacos ha
sido una gran carrera a los comercios para gastar todo su dinero, que nadie
sabe lo que valdrá tras la consulta. En las tiendas de muebles no quedan ya ni
macetas. En las de comestibles, los clientes compran a decenas, los kilos de
azúcar, harina y todo lo disponible. En tiendas de electrodomésticos, decenas
esperan pacientemente la llegada de cualquier producto que comprar. El precio
del dólar ha vuelto a subir en el mercado negro polaco mientras baja en todo el
resto del mundo. "Nos queman los zlotys en los bolsillos", señala un
joven profesional.
El gobierno ya ha anunciado que si pierde el referéndum
también se aplicarán las medidas económicas, que son imprescindibles, pero que
se hará de forma más lenta. Los efectos de los cambios son impopulares. Los
fines no lo son, pero muchos polacos no creen que vayan a alcanzarse. El
régimen quiere demostrar que esta vez las reformas van en serio, serán
profundas y trasformarán la esencia misma del sistema.
Para ello se vale de un instrumento, el referéndum, que ha
sido tan sólo utilizado en una ocasión histórica, en 1946. En aquel año, los
polacos se decidieron por la abolición del Senado, la confirmación de las nuevas
fronteras emanadas de la guerra y, sobre todo, por la nacionalización de los medios
de producción. Aquel referéndum se celebró en condiciones que ponen muy en duda
la autenticidad del resultado con el que los polacos decidieron crear
el Estado socialista.
Hoy, la situación es muy distinta. El gobierno convoca a los
26 millones de polacos con derecho a voto a decidir si quieren que la segunda
fase de la reforma económica y política se realice de forma acelerada, en
el plazo de tres años, con los "efectos negativos transitorios" que
ésta implica. El régimen del presidente Wojciech Jaruzelski intenta, una vez
más, implicar a los polacos en la vida política del país, de la que la inmensa
mayoría se automarginó tras el abrupto fin del sueño del movimiento
independiente de Solidaridad.
Las preguntas
"¿Está usted por la plena realización del programa de
saneamiento radical de la economía, encaminado a un mejoramiento claro de las
condiciones de vida, sabiendo que esto implica pasar por un difícil período de
dos o tres años de transformaciones rápidas?" Ésta es la pregunta
referente a la reforma económica. La segunda es: "¿Está usted por el
modelo polaco de profunda democratización de la vida política, cuyo objetivo es
el fortalecimiento de la autogestión, la ampliación de los derechos de los
ciudadanos y el aumento de su participación en la dirección del país?". Los
polacos, con su tradicional humor, resumen las preguntas del referéndum en:
"¿Quiere ser usted guapo, rico y sano?". Todos lo quieren y no es de
esperar que proliferen las respuestas negativas. La expectación se centra, sin
embargo, en la participación en este referéndum, cuya convocatoria no deja de
albergar peligros para el régimen.
El Gobierno polaco se enfrenta de nuevo a su gran obstáculo,
su escasa credibilidad. La mayoría de los polacos no creen en el éxito de una
nueva reforma, aplicada por las mismas gentes que desde hace años anuncian
periódicamente el final de los problemas económicos que, no obstante, siguen
creciendo.
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