Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
26.11.87
Los asaltantes se encontraron con un banquete y un economato
para altos cargos rumanos
Los obreros rumanos que asaltaron, el pasado domingo 15 de
noviembre, el Ayuntamiento y la sede del partido comunista en la ciudad de
Brasov se encontraron dos sorpresas. En el Ayuntamiento estaba preparada la
mesa para un banquete de los funcionarios en celebración de las elecciones
municipales. En el sótano de la sede del partido localizaron un economato para
los dirigentes con alimentos y artículos de consumo que los asaltantes no
habían visto desde hacía años en las tiendas comunes. La indignación no hizo
sino crecer ante este nuevo agravio.
Los asaltantes saquearon el economato y la mesa servida y
lanzaron los alimentos a la masa de gente que se agolpaba ante los edificios.
Según van trascendiendo a Occidente datos de la revuelta de Brasov se fortalece
la impresión de que la población rumana, pese a su tradicional sumisión, está
llegando a los límites de su tolerancia. El presidente Nicolae Ceaucescu viajó
el pasado lunes a Egipto, como estaba previsto. Pero la aparente normalidad
queda desmentida por la noticia de que la conferencia del partido, prevista
para celebrarse del 7 al 9 de diciembre, ha sido postergada una semana. La
situación no puede sino agravarse. Decretos presidenciales que comenzaron a
aplicarse el pasado año establecen la reducción de los sueldos a los obreros de
las fábricas que no cumplan los objetivos de producción. Estos objetivos no
pueden cumplirse en muchos casos por falta de materiales, repuestos o energía.
Ésta fue una de las causas del levantamiento de los
trabajadores de la fábrica Steagul Rosu (Estrella Roja) de Brasov. No es de
extrañar que en las minas los trabajadores mezclen entre el carbón tierra y
piedras para cumpir los objetivos de producción, determinados por el peso.
Invierno dramático
El próximo invierno amenaza con ser más dramático si cabe
que los anteriores. Las esperanzas de que con la visita a Rumanía del dirigente
soviético, Mijail Gorbachov, en mayo, cambiara algo en el régimen de Ceaucescu
se han desvanecido. El presidente rumano se ha erigido en principal adversario
de las reformas propugnadas por el Kremlin. Para Ceaucescu, las deficiencias
que se dan en Rumanía son causa de la mala gestión de sus ministros y la escasa
producción que realiza la población. Su política se centra, por un lado, en
"imponer disciplina" a los trabajadores. Ante el difícil invierno y
posibles muestras de descontento, nombró en octubre ministro del Interior al
temido jefe de los servicios secretos, Tudor Postelnicu. Por otra parte, aplica
cada vez con más frenesí su política de rotación, que supone el cesar cada
pocos meses a varios ministros.
El clan del titán de titanes -como gusta llamarle
la prensa oficial- es grande y poderoso. Su mujer, Elena, es viceprimera
ministra, miembro del Comité Ejecutivo (CE) y secretaria del Comité Central
(CC). Su hijo, Nicu, hasta hace semanas ministro de la Juventud, es ahora jefe
del partido en la región de Sibiu, lo que, en contra de interpretaciones
contrarias en medios occidentales, es un ascenso.
Sus tres cuñados están en la cúpula. Manea Manescu ha sido
primer ministro; hoy es vicepresidente del Estado, presidente de la comisión
de planificación y miembro del CE. llie Verdet sucedió a Manescu en la jefatura
del Gobierno, es secretario del CC y miembro del CE. Miu Dobrescu es miembro
del CE y presidente de los sindicatos.
Ceaucescu tampoco olvidó a sus hermanos. Ilie, teniente
general, es jefe del Consejo Político de las Fuerzas Armadas, viceministro de
Defensa y miembro del CC. Nicolae A., también teniente general, es viceministro
del Interior. Ion es vicepresidente de la Comisión de Planificación. Su cuñado
George Petrescu, hermano de su mujer, es viceprimer ministro. Vasile
Barbulescu, también cuñado, es jefe del partido en Olt. Elena Barbulescu,
hermana del presidente, es directora del Instituto Histórico. Estos casos son
parte, principal pero pequeña, del nepotismo del "primer pensador de la
tierra".
Según observadores extranjeros, hoy en día Nicolae Ceaucescu
ya sólo confía en los servicios secretos y su familia. Siempre desconfió de las
fuerzas armadas. Hay quién asegura que sus guardaespaldas prueban su comida
antes que él. Los que le son fieles, lo son por temor a perder los privilegios
que les separan de la miseria general.
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