Por HERMANN TERTSCH
El País, Wunsiedel,
25.08.87
Rudolf Hess, el lugarteniente de Adolf Hitler, fue enterrado
ayer en secreto en un cementerio no dado a conocer, según aseguró la familia.
De ser así, el último criminal de guerra condenado por el Tribunal de Nuremberg
no habría podido ser enterrado en la pequeña localidad bávara de Wunsiedel como
era su deseo por temor a que la ceremonia se convirtiera en un acto de
exaltación nazi.
Según la versión oficial, Hess se suicidó el lunes día 17 en
la prisión de Spandau, en Berlín, donde permaneció encarcelado los últimos 41
años de su vida. Según un comunicado de las potencias aliadas en Berlín (Estados
Unidos, URSS, Reino Unido y Francia) hecho público ayer, Hess se suicidó
ahorcándose con un cable eléctrico del marco de una ventana en la caseta de
jardinería de la cárcel. Este comunicado desmiente anteriores informaciones
aliadas según las cuales Hess se habría estrangulado.
Según informó ayer la familia en un breve texto transmitido
al alcalde de esta pequeña ciudad, Karl Walter, por el sobrino del muerto,
Wieland Hess, "a la vista del desarrollo de los acontecimientos, sobre los
que la familia no tiene influencia alguna, nos hemos sentido obligados a cumplir
el espíritu del deseo de Rudolf Hess". La familia señala que el deseo de
éste era ser enterrado dignamente, en absoluta calma y en un marco de intimidad
familiar en el cementerio de Wunsiedel.
El ambiguo comunicado de la familia Hess no menciona cuál de
los deseos del muerto -calma, dignidad, círculo familiar o cementerio de
Wunsiedel- no fue cumplido.
Se da por seguro que no ha podido ser enterrado en este
cementerio. El panteón familiar está intacto desde hace días y, dada la
constante vigilancia de decenas de periodistas en las entradas, es
prácticamente imposible que el cadáver pudiera ser introducido en el cementerio
sin ser visto.
El abogado de Hess, Alfred Siedl, señaló en Múnich por la
mañana que "los aliados pusieron condiciones a la entrega del cuerpo de
Hess". La principal era que el sepelio se realizase en un círculo
estrictamente familiar al margen de toda posible capitalización política. Sin
embargo, Siedl aseguró que el entierro se realizaría según estaba previsto. Ni
siquiera el infarto que, según algunas informaciones, sufrió el hijo del
muerto, Wolf-Rüdiger Hess, haría variar el programa, aseguró. Dos horas más
tarde la familia comunicaba al alcalde de Wunsiedel que Hess había sido
enterrado ya en un cementerio no especificado.
La confusión ayer en el pueblo de Wunsiedel era absoluta y
muchos de los periodistas que desde hace días esperan ante el cementerio
dudaban de la versión de la familia y aludían a posibles maniobras de
distracción para evitar la presencia masiva de nazis mañana en la ceremonia.
Otros, sin embargo, indicaban que la decisión de enterrarle en secreto podría
obedecer a presiones de las fuerzas aliadas y de las autoridades federales
alemanas.
Posibles presiones
En vista de los incidentes habidos en los últimos días en la
localidad, con numerosas detenciones de neonazis y el pueblo amenazado con
convertirse en un santuario para el peregrinaje de la extrema
derecha, la familia podría haber sido obligada a poner fin a la comercialización del
cadáver que ya ha tenido graves repercusiones de orden público.
Ayer se produjeron nuevas detenciones de neonazis en
controles instalados por la policía bávara en todas las carreteras de acceso a
Wunsiedel y se requisaron diversas armas y abundante material de propaganda
nazi llamando a vengar el asesinato de Hess.
La policía bávara advirtió ayer que mantendrá su despliegue
en toda la zona en previsión de que "frustrados los preparativos para una
concentración en el sepelio, grupos neonazis intenten venir aquí a
manifestarse", tal como señaló el jefe del mando especial de la policía,
Martin Oester. Hasta medianoche del jueves se mantiene en la ciudad la
prohibición de toda reunión al aire libre.
El hijo de Hess, por su parte, se encuentra en la clínica de
la universidad de Múnich tras sufrir el derrame cerebral en la noche del
domingo, según confirmaron fuentes del propio hospital.
Wolf-Rüdiger Hess, que durante una semana ha cuestionado la
versión oficial de los aliados sobre el suicidio de su padre y suministrado
información exclusiva sobre éste al diario sensacionalista Bild, no
pudo asistir al entierro de su padre en caso de que éste tuviera lugar. El
malestar por el tratamiento informativo que ha dado a la muerte de su padre y a
los preparativos del entierro han hecho a algunos periodistas dudar incluso de
que sea cierta la información del derrame cerebral.
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