Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
14.10.87
Nuevas informaciones sobre la posición en que fue encontrado
el cuerpo de Uwe Barschel, el ex presidente del Estado federado de
Schleswig-Holstein (RFA), han incrementado las graves dudas que pesan sobre la
primera versión policial de una muerte fortuita por infarto cardiaco. No
obstante, la causa del fallecimiento del político, cuyo cadáver fue encontrado
el domingo en un hotel en Ginebra, sigue siendo un misterio.
Los familiares de Barschel insisten en que fue asesinado.
Los resultados de la autopsia se siguen retrasando. La Prensa de la República
Federal de Alemania especulaba ayer abiertamente sobre medios para asesinar a
una persona simulando un infarto. Médicos de Kiel que trataron recientemente a
Barschel expresaron su sorpresa ante las informaciones procedentes de Ginebra
sobre un supuesto mal estado del corazón del político. La policía suiza confirmó
ayer que Barschel fue encontrado completamente vestido, tumbado de espaldas en
la bañera llena de agua. En torno a un brazo en el que apoyaba la cabeza, tenía
enrollada una toalla. Un zapato se hallaba junto a la bañera en el cuarto de
baño y el otro en la habitación. El cuerpo no presentaba signo alguno de
violencia. La cama no había sido usada aquella noche, pese a que se estima que
la muerte debió producirse en la mañana del domingo. Según los forenses, que
aún realizan el examen químico-toxicológico del cuerpo, la hora no puede
establecerse con exactitud ya que el cuerpo estuvo largo tiempo en el agua
caliente de la bañera.
La versión policial de que Barschel pudo morir de un ataque
cardiaco y caer en la bañera es cada vez menos verosímil. La propia policía suiza
manifestó ayer que "existen aún muchas cuestiones sin aclarar".
También la hipótesis del suicidio parece debilitarse con las afirmaciones de
todos los familiares que hablaron con Barschel a última hora de la tarde del
sábado, después de su primera cita con un misterioso informante y antes de la
segunda, de la que esperaba una fotografía y documentación que, según aseguró a
su hermano, demostraría su inocencia en el escándalo de la campaña electoral de
Schleswig-Holstein.
Un ex colaborador suyo, Reiner Pfeiffer, le acusa de haber
organizado una campaña de descrédito, calumnias y espionaje contra su
contrincante político, el socialdemócrata Bjorn Engholm. Para su hermano, su
mujer y su madre, Barschel estaba "eufórico", lleno de ilusión y
vitalidad, ya que consideraba haber dado con las pruebas de que había un complot político orquestado contra él.
Nada se sabe aún acerca de dónde estuvo Barschel durante la
noche del sábado al domingo. Tampoco hay pistas sobre el misterioso informante
que había llamado a Canarias a Barschel, se había identificado como Robert
Rohloff y había quedado con él en Ginebra para facilitarle, según prometió, las
pruebas definitivas de descargo.
A la espera del entierro de Barschel, la comisión que
investiga el escándalo de Kiel sobre los métodos mafiosos para desacreditar a
la oposición, que supuestamente organizó el ex presidente, ha suspendido su
actividad.
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