Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
19.08.87
SUICIDIO EN SPANDAU
El gobierno militar británico en Berlín reconoció ayer, un
día después de la muerte del último criminal de guerra condenado a cadena
perpetua por el tribunal militar de Nuremberg en 1946, que la muerte no se
había producido por causas naturales. A sus 93 años de edad tras 46 en prisión
-los últimos 20 como único recluso de la cárcel de Spandau-, Rudolf Hess, el
único símbolo viviente de la cúpula del nacionalsocialismo, decidió el lunes
quitarse la vida. Ayer se produjeron en la RFA las primeras reacciones violentas de grupos neonazis en protesta por la muerte en prisión del que fuera
brazo derecho de Hitler.
En Frankfurt fueron incendiados dos automóviles de las
fuerzas armadas norteamericanas. En Hamburgo, un grupo de neonazis se manifestó
ante los consulados de Estados Unidos y el Reino Unido y en numerosas ciudades
han aparecido pintadas clamando venganza. Tras conocerse la verdadera causa de
la muerte, ocultada a la opinión pública durante más de 24 horas, se temen
reacciones más airadas de los grupos de extrema derecha. Desde el lunes varios
grupos de neonazis están concentrados ante la cárcel, entonando el himno alemán
con la primera estrofa abolida tras la instauración de la democracia. Con
antorchas y velas montan guardia ante la prisión e insultan a la policía
alemana y a soldados británicos y norteamericanos con gritos de "sicarios
de las fuerzas de ocupación".
Según el comunicado británico, Hess salió al patio de la
prisión después de almorzar, acompañado, como siempre, por un vigilante, y se
sentó en una cabaña en el jardín, donde solía permanecer por las tardes. El
vigilante se alejó unos minutos y al regresar encontró al prisionero agonizante
con un cable eléctrico en torno al cuello. Inmediatamente, se intentó reanimar
al anciano. Pocos minutos después era transportado en una ambulancia al
hospital Militar Británico. "Fue declarado muerto a las 16.10", señala el
comunicado, y añade que se investiga si el intento de suicidio fue la causa
directa de la muerte.
El solitario de Spandau o el preso número 7, llamado
así por la celda que ocupó los últimos 41 años, será enterrado a finales de
esta semana en el pueblo de Wunsiedel, en Baviera. La policía de la región
comenzó ya los preparativos para evitar incidentes durante la ceremonia, cuya
fecha exacta aún no se conoce.
El anuncio de las cuatro potencias de la alianza
antihitleriana de que el cuerpo de Hess será entregado a la familia ha
sorprendido. Se esperaba que, al igual que se hizo con los cadáveres de los
criminales de guerra ejecutados en Nuremberg, el cuerpo de Hess fuera
incinerado y sus cenizas esparcidas para evitar que su tumba se convierta en
objeto de culto.
La cárcel de Spandau, donde Hess pasó los últimos 41 años de
su vida, 20 de ellos como único recluso, será demolida próximamente y en su
lugar se construirá un supermercado y una zona de recreo para las fuerzas armadas
británicas estacionadas en Berlín. Esta decisión, tomada hace tiempo por las
cuatro potencias administradoras de Berlín (EE UU, la URSS, el Reino Unido y
Francia), responde al objetivo de evitar que la antigua prisión fortaleza se
convierta en símbolo y punto de encuentro de fuerzas neonazis.
No obstante, según se supo ayer, las compañías constructoras
de Berlín Oeste han recibido ya amenazas para que se abstengan de participar en
la demolición de la cárcel. El nerviosismo que ha causado la muerte de Hess
entre las autoridades de las potencias occidentales y autoridades en Berlín
Oeste queda demostrado por el hecho de que ya han iniciado los primeros
contactos para derribar la cárcel.
Un médico británico llegó ayer a Berlín para realizar la
autopsia al cadáver del solitario de Spandau y determinar si la
muerte fue consecuencia directa del intento de ahorcarse del anciano
prisionero, cuya capacidad de movimiento y fuerza era mínima. Posteriormente,
el cuerpo será transportado en un avión militar británico a la localidad donde
recibirá sepultura y será entregado a su familia: su mujer, llse Hess, de 87
años, su hijo, Wolf-Rüdiger, de 50, que llegó ayer a Berlín y acudió
brevemente al hospital donde se halla depositado el cuerpo de su padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario