Por HERMANN TERTSCH
El País, Berlín
Este, 16.08.89
La dimisión del primer ministro, Czeslaw Kiszczak, y la
práctica imposibilidad de que se forme un Gabinete dirigido por el
desprestigiado líder del Partido Campesino Unificado, Roman Malinowski,
propuesto por Kiszczak, situaron el lunes a Polonia en el umbral de la
constitución del primer Gobierno no comunista en la Europa del Este de la
posguerra. La oferta que lanzó ayer Walesa de aceptar que las carteras clave de
Interior y Defensa recaigan en las personas (presumiblemente comunistas) que
proponga Jaruzelski vuelve a dar, sin embargo, otra vuelta a la tuerca.
Desde el nombramiento de Kiszczak hace dos semanas, cada día
que pasaba demostraba con más claridad la inviabilidad de una opción de
Gobierno que no tuviera en cuenta el resultado de las elecciones de junio
pasado, que reflejaron una arrolladora victoria de Solidaridad. Los regímenes
comunistas se han negado durante cuatro décadas a celebrar elecciones realmente
libres. Forzado finalmente a ello el polaco por las realidades económicas y
políticas, hoy ya no puede sustraerse a las consecuencias.
El vacío de poder creado en Polonia tras el descalabro
electoral del gobernante POUP ha hecho fracasar todos los intentos de Jaruzelski
de conservar el poder en manos comunistas e implicar en su política a la
oposición democrática. Además, ha hecho desertar del bloque popular a
los partidos hasta hace poco tiempo títeres del aparato comunista. Ahora, la
obligación de tomar la decisión histórica de nombrar a un miembro de
Solidaridad para dirigir el Gobierno o continuar buscando fórmulas para
retrasar la marginación comunista del país recae de nuevo sobre Jaruzelski.
Lech Walesa, el líder de Solidaridad, realizó una maniobra
política maestra al sorprender a sus propios seguidores con la propuesta de
coalición a los hasta ahora satélites del POUP y ha recibido ya una respuesta
positiva de ambos.
Los responsables de Solidaridad han reconocido, que hay dos
ministerios claves que deben seguir ocupados por comunistas en el futuro
próximo para garantizar la transición: Interior y Defensa.
Ministerios claves
El ministro del Interior deberá controlar los eventuales
brotes de rebelión contra el desmantelamiento del sistema. El candidato ideal volvería
a ser Czeslaw Kiszczak, que puede presentar un balance positivo de los ocho
años en que ejerció el puesto.
El Ministerio de Defensa, responsable de la coordinación
militar en el Pacto de Varsovia, también tiene que ser un hombre que pueda
entablar contacto hoy con regímenes claramente hostiles al proceso polaco y que
no sea boicoteado por los mandos militares. Las declaraciones de un portavoz
soviético sobre la necesidad de que Polonia tenga un Gobierno que garantice el
respeto de sus alianzas va claramente en este sentido.
La propuesta de Kiszczak de presentar a Malinowski como
candidato es un intento fútil de evitar a un primer ministro de Solidaridad.
Malinowski ha sido largo tiempo un instrumento del POUP y su falta de
credibilidad arrastraría a su Gobierno al fracaso. El candidato más citado para
el cargo es Bronislaw Geremek, el historiador y asesor político de Walesa, que
dirigió las negociaciones en la mesa redonda y ha dado numerosas pruebas de su
integridad, sabiduría política y mesura.
Sin embargo, también podría ser primer ministro el propio
Walesa, quien, desde sus posturas mítico-religiosas y obreristas de sus tiempos
de electricista en los astilleros de Gdansk, ha evolucionado hacia una solidez
y responsabilidad política nacional que ha vuelto a demostrar en los últimos
meses y semanas. Sea quien sea, Polonia vuelve a ser estos días el escenario de
una evolución política dramática de consecuencias incalculables para toda la
comunidad socialista y para Europa en general.
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