Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Ankara
El País Viernes,
24.09.99
El primer ministro turco, Bulent Ecevit, buscará esta semana
en Washington, donde se entrevistará con Bill Clinton, una solución al largo
conflicto greco-chipriota
"No hay precedentes de una constelación política tan
positiva como la actual. Pronto puede haber pasos importantes, si todos son
realmente conscientes de la oportunidad que se abre". Esta idea, expresada
así por Korkmaz Haktamir, secretario de Estado de Exteriores turco, en
referencia a las relaciones greco-turcas y al conflicto de Chipre, domina hoy
todas las conversaciones políticas en Ankara. Las expectativas se han disparado
en las últimas semanas. Toda la atención se centra ahora en la visita oficial
que mañana inicia el primer ministro, Bulent Ecevit, a Estados Unidos donde
tratará con el presidente, Bill Clinton, sobre las nuevas negociaciones
bilaterales entre Turquía y Grecia, el ambiente propicio a acuerdos emanado de
la solidaridad entre estos dos países tras los terremotos y los renovados
intentos de Washington de buscar una solución al largo conflicto chipriota. En
Nueva York, mientras, al margen de la Asamblea General de la ONU, se mantiene
una actividad diplomática frenética respecto a la cuestión chipriota.
La Administración norteamericana intenta impulsar unas
negociaciones sobre la isla mediterránea, bloqueadas sin remedio desde que la
Unión Europea, en una cumbre fatal para sus relaciones con Turquía celebrada en
Luxemburgo hace dos años, rechazara incluir a este país como candidato a la
integración y por el contrario aceptara como tal a Chipre con los
grecochipriotas como único interlocutor. "Aquello fue un desastre que
quitó toda motivación a los griegos de Chipre a buscar una solución dialogada
con la minoría turca". Ésta vive en un estado no reconocido más que por
Ankara en un territorio invadido por tropas turcas en 1974 en respuesta a los
intentos de anexión de Chipre por parte de la entonces gobernante junta
golpista griega. La aceptada candidatura de Nicosia al ingreso en la UE hace
que el tiempo apremie. "Porque el ingreso de la parte griega de Chipre en
la UE sin previo acuerdo entre las dos comunidades de la isla haría definitiva
e irreversible la división de la isla", señala el ministro de la
presidencia turco, Sükrü Sina Günel, en su despacho en Ankara.
La espectacular mejoría en las relaciones entre Turquía y
Grecia ha hecho dispararse las expectativas sobre avances en este conflicto ya
endémico entre los dos países vecinos y aliados en la Alianza Atlántica. Ankara
confía en que la cumbre de la UE en Helsinki en diciembre subsane "la
mucha vajilla rota en Luxemburgo", acepte la candidatura de Turquía e
inste a negociaciones de Nicosia con la comunidad turco-chipriota. Las
autoridades turcas se muestran conciliadoras ante la negativa de las Naciones
Unidas a reconocer como Estado el territorio ocupado por sus tropas. Todos los
interlocutores insisten en que hablar de Estados o comunidades o entidades es
cuestión semántica. Como lo es hablar de federación, confederación u otras
soluciones. Pero insisten en que EEUU o la UE, o ambos, deben ser la parte que
garantice unas negociaciones entre las dos comunidades para lograr unos acuerdos
de reordenamiento jurídico que posibiliten una superación del conflicto y la
división forzosa. Según Ankara, antes de cualquier fórmula constitucional para
toda la isla deben acometerse negociaciones sobre tres cuestiones básicas. Una
es la propiedad y la posible permuta y compensaciones para aquellos griegos y
turcos chipriotas que tuvieron que abandonar sus casas y bienes con la
división. La segunda es la seguridad que llevaría a la retirada de tropas
turcas y griegas. "Tendría que garantizar, por supuesto, que no se repite
el acoso a la minoría turca habido antes de 1974". La tercera sería la
delimitación de los territorios que habrían de tener una muy amplia autonomía
entre sí, tener viabilidad económica y profundidad suficiente para garantizar
su seguridad. "Un acuerdo de este tipo es, sin duda, más fácil si el
paraguas que protege esos acuerdos es Bruselas y no Nicosia", señala
Günel.
Con la aceptación de la candidatura turca, la UE volverá a
tener instrumentos para pedir flexibilidad a Ankara y las fuerzas europeístas
turcas contarán con más argumentos para presionar a favor de las reformas
políticas, económicas y legales para la protección de los derechos humanos en
el interior del país. También facilitará el papel de convencer al Ejército turco
de que una solución de la división actual de Chipre no supone que la mayoría
greco-chipriota se haga con todo el poder en una isla de gran importancia
estratégica en el Mediterráneo oriental.
El clima general es de optimismo inusitado, pese a las
muchas decepciones que la clase política y la población turca han sufrido con
la UE. La máxima prioridad de Grecia actualmente es el ingreso en el euro y
esto lleva a Atenas a tender menos al enfrentamiento que en pasados lustros.
Por eso se espera también que Grecia levante el veto al protocolo de ayuda
financiera a Turquía, una contrapartida prometida a Ankara como compensación a
la Unión Aduanera y que la UE, por la causa referida, aún no cumple. Y, sin
embargo, como en todos los momentos de grandes expectativas, existe el peligro
de que, de verse éstas defraudadas, traigan consigo una frustración definitiva.
"El peor escenario posible sería que la UE acepte la ficción de que
Nicosia representa a todo Chipre y le dé el visto bueno para la integración y
que se niegue la candidatura a Turquía", advierte Günel. La catástrofe
política sería enorme y dinamitaría durante décadas, si no definitivamente, las
relaciones entre Ankara y Bruselas. De ser así, Chipre pasaría definitivamente
a tener una frontera en conflicto partiendo la isla en dos.
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