Por HERMANN TERTSCH
El País Domingo,
11.10.98
TRIBUNA
Intervenga o no la OTAN en los próximos días en Kosovo, hay
una cosa clara en el conflicto que se perfila ya: llega tarde para evitar una
tragedia humanitaria que se anunciaba desde hace medio año. Puede que Slobodan
Milosevic -no es seguro- sea castigado por su renovado desprecio a todos los
principios y normas de conducta civilizados. Pero su política de sangre y
fuego, por mucho que se condene, va a ser en buena medida irreversible. El
secretario general de la OTAN, Javier Solana, dice que la comunidad
internacional aprendió de la crisis de Bosnia y que lo está demostrando en
Kosovo. Alude a que, a principios de esta década, el mundo tardó años en darse
cuenta de que tenía que intervenir militarmente para frenar a Milosevic. Ahora,
frente al mismo responsable, este proceso se ha reducido a unos meses. Solana
pide demasiada benevolencia para la única organización de seguridad
internacional medianamente operativa.
En marzo pasado estaba claro lo que sucedía. En Kosovo, un
sector de los albaneses, armados gracias a los saqueos en los arsenales de
Albania un año antes, optó por la resistencia armada. Estaban hartos de la
política de pasividad que encarnaba el presidente kosovar Ibrahim Rugova. No
había producido resultado positivo alguno para una población albanesa
vapuleada, reprimida y saqueada por Milosevic.
Éste aprovechó la insurrección para poner en marcha un plan
que tiene más de diez años. Su fin es acabar con la realidad demográfica de
Kosovo. Limpieza étnica pura y dura. Después de seis meses, varios ultimatos
ignorados por Belgrado, miles de muertos y varios centenares de miles de
refugiados, la OTAN dice llegar a la conclusión de que Milosevic sólo se aviene
a razones de fuerza militar. ¿Alguna novedad respecto a lo sucedido hace seis
meses? Somos realmente duros de entendederas. Dicen que la letra, con sangre
entra. Cuando es ajena a nosotros necesitamos mucha sangre para entender.
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