Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Berlín
El País Lunes,
28.09.98
ELECCIONES EN ALEMANIA
El Partido del Socialismo Democrático, el ex comunista PDS,
es con Gerhard Schröder el gran triunfador de estas elecciones que suponen un
cambio de era en Alemania. Ayer, nada más conocerse los primeros pronósticos,
estalló el júbilo en la calle de Saarbrücken, cerca del centro de Berlín. El
PDS ha luchado durante la campaña contra todos porque unos -la CDU- querían
criminalizarla, los otros -el SPD- dejar claro que jamás se aliarían con ellos
y los terceros en litigio -los Verdes- intentaban disputarles una clientela que
comienza a parecerse. Todos estaba contra el PDS, estigmatizado por el pasado
como heredero del SED, el partido comunista de Walter Ulbricht y Erich Honecker
que tiranizó a la población y fue inasequible a cualquier sugerencia de
reformas mientras se mantuvo en el poder.
En una fábrica de principios de siglo, un escenario ideal
para una obra proletaria de Bertolt Brecht, entre tenderetes que vendían el
Manifiesto comunista entre otros souvenirs, miles de militantes y simpatizantes
del PDS celebraban algo más que el innegable éxito de haber logrado entrar de
nuevo en el Bundestag y haber conseguido, por primera vez, el 5% necesario para
formar un grupo parlamentario propio. Celebraban también su insólita cosecha de
votos en la parte occidental de Alemania, que es la que realmente les ha aupado
a los resultados de ayer. Porque el PDS esperaba entrar en el Parlamento a duras
penas, como en las elecciones anteriores, pero con mayores dificultades para
conseguir la victoria de tres candidatos directos en el primer voto de la
peculiar ley electoral alemana. Pero no sólo han conseguido esos tres escaños
de voto directo, sino también el número suficiente de sufragios en toda la
república federal como para superar el listón del 5%, según los resultados
provisionales, con cierta amplitud. Es decir, el PDS entra esta vez en el
Parlamento federal, tal como dijo ayer su líder, Gregor Gysi, por la puerta
grande, y se quiere erigir en aduanero de la izquierda para cualquier gobierno
que surja de las negociaciones que ahora habrá de iniciar el gran triunfador de
la jornada de ayer, Gerhard Schröder.
Gysi ha logrado, para sorpresa de todos e incluso propia,
poner la primera piedra de un partido socialista alemán en toda la federación.
Los datos iniciales demuestran que el PDS ha perdido una cifra considerable de
votos en el este y, sin embargo, ha conseguido que al menos un 2,5% de los
alemanes occidentales, que nunca vivieron bajo el régimen de la RDA, le hayan
votado. Todo indica que la conquista del centro por parte de Schröder ha
causado una irritación en la margen izquierda del socialismo democrático y que
el PDS ha obtenido votos que jamás logró atraer el Partido Comunista Alemán
(DKP). Así, todo indica que el PDS, y esto es posiblemente lo que mayor júbilo
generaba ayer en el Prenslauer Berg, el barrio en el que manifestaban su
entusiasmo los excomunistas, Alemania está camino de cambiar su mapa político.
Se difuminan las esperanzas de Verdes y SPD de que el PDS
fuera un fenómeno transitorio que se agotaría casi biológicamente con el tiempo
y la desaparición de los sectores más comprometidos con el régimen de represión
comunista anterior a 1989.
El público que celebraba ayer el éxito del PDS era
intercambiable en aspecto e inquietudes con los Verdes, pero alejados del
espíritu de compromiso que los ecologistas han demostrado en los últimos años y
en la pasada campaña electoral. Todos son conscientes de que, en su mayoría, su
electorado sigue siendo los sectores más irredentos del aparato comunista del
pasado. Pero Gysi, un abogado muy inteligente que no ha sucumbido ni a las
evidencias de su colaboración con la policía política de la RDA, ha logrado
renovar la dirección y marginar en ella a los apparatchiks y al radicalismo
comunista retóricamente inaceptables para cualquier votante. El PDS va a estar
en el Bundestag en Bonn y cuando, el año próximo, se produzca la mudanza, en
Berlín, lo hará con un grupo parlamentario de 35 diputados. Según anunciaban
ayer, serán una oposición implacable.
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