Por HERMANN TERTSCH
El País Domingo,
21.02.99
TRIBUNA
La situación ha llegado a un punto sin retorno posible en la
crisis de Kosovo. Y la propia OTAN y el Grupo de Contacto parecen asustados
ante este hecho evidente. Horas después de cumplirse la hora, mediodía de ayer,
hora española, a la que habría de demostrar esta vez la comunidad internacional
que estaba decidida a actuar contra quien obstaculizara el plan de paz y el
despliegue de tropas internacionales en Kosovo, se multiplicaban los intentos
en diversos frentes de volver a dejar este ultimátum en papel mojado. El nuevo,
y presuntamente último ultimátum de quienes tanto han advertido que no habría
otro plazo, ni un minuto más, ha sido fijado para el martes. En Rambouillet, la
prolongación ayer de las negociaciones sugiere por un lado que se ha abierto
una tenue posibilidad de acuerdo. También puede indicar que la resistencia
obstinada de Slobodan Milosevic al despliegue de tropas de la OTAN está
cosechando los primeros éxitos en su estrategia de romper de nuevo la unidad en
el Grupo de Contacto. Y que, frustrada la apuesta de Rambouillet, son los
mediadores mucho más que los negociadores los que buscan desesperadamente una
fórmula de evitar el ridículo.
Mientras, desde la región del conflicto se informaba de
nuevos enfrentamientos armados entre las fuerzas serbias y el Ejército de
Liberación de Kosovo (ELK). Nadie duda de que un fracaso de Rambouillet,
difícilmente evitable ayer, traerá consigo un inmediato y posiblemente muy virulento
rebrote de los combates. Independientemente de que la OTAN cumpla o no sus
amenazas de intervenir. Las últimas bravatas de Milosevic hacen pensar que
quizás sea él el principal interesado en una intervención militar para vender a
su propio pueblo una concesión difícil de digerir tras su largo currículum de
derrotas. Pero los mediadores europeos parecen intimidados ante la dinámica
adquirida por su propio despliegue de fuerzas y amenazas. Los intentos de ayer
de los ministros de Exteriores francés y británico de vender optimismo, una vez
más resultaban patéticos. La secretaria de Estado norteamericana, también
presente en Rambouillet, no dijo una palabra durante la conferencia de prensa.
No parece querer verse obligada a arrepentirse de hablar, como les habrá pasado
a sus colegas con sus declaraciones de días pasados.
Pero el fracaso de Rambouillet, sin medidas inmediatas para
obligar a Milosevic a aceptar tropas en Kosovo, será ante todo un desastre de
inmensas dimensiones para una OTAN que podría quedarse sin su gran fiesta del
50º aniversario, a celebrar en mayo. No procede celebrarse mucho como
vencedores de la guerra fría cuando se dejan ridiculizar por enésima vez por un
sátrapa balcánico.
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