Por HERMANN TERTSCH
El País, Francfort,
13.10.99
El Premio Nobel a Günter Grass parece haber enfervorizado
hasta a los más escépticos observadores del panorama literario alemán. La
subida a los altares del malhumorado padre de las letras ha llevado ahora a
algunos críticos a anunciar una nueva era en la novela alemana tras años de
sequía. Hace ya 40 años que Grass escribió El tambor de hojalata. Tiempo, por
tanto, según algunos, de que surjan los nietos de Grass, aunque éste nunca vaya
a reconocerlo. Sus colegas, los miembros de la generación del 47, desde Martin
Walser a Ingeborg Bachmann, Uwe Johnson o Hans Magnus Enzensberger; los grandes
de la posguerra, como Peter Weiss o Max Frisch y Friedrich Dürrenmatt, ya no
son representativos de la nueva literatura alemana, según algunos.
Menos aún el "atontado" Peter Handke, tal como
dice, con su habitual acritud, en unas recientes declaraciones, Reich-Ranicki,
el gran buda de la crítica literaria alemana, ahora con renovado protagonismo
por haber sacado puntualmente para la feria sus memorias, todo un paseo por la
literatura alemana de la segunda mitad de este siglo.
Nuevos portentos
Por eso saltan ahora, al estilo de los nietos de Willy
Brandt, versión narrativa, con una nueva generación que algunos saludan con
entusiasmo y otros consideran que será aún más efímera que algunas camadas de
escritores jóvenes o eternamente jóvenes surgidos en la literatura de otros
países. Así, el crítico Volker Hage se lanzaba esta semana a calificar en Der
Spiegel como los nuevos portentos de la novela alemana a un grupo en el que se
encuentran Karen Duve, Judith Hermann, Thomas Brussig, Ingo Schulze, Sylvia
Szymanski y Michael Kleeberg, entre otros. Según Hage y otros entusiastas, por
fin vuelve a haber en la novela alemana escritores con ganas de contar
historias, sin el complejo del agotamiento del mensaje que ha mantenido
maniatadas o dedicadas al circunloquio baldío a generaciones enteras de
literatos alemanes.
Los más escépticos creen un poco precipitado querer otorgar
relevancia a lo que consideran una serie de novelas más o menos logradas,
algunas bastante poco, pero, en todo caso, no merecedoras de un lanzamiento de
marketing que, con motivo de la Feria del Libro de Francfort, quiera ahora
medrar de una bonanza literaria alemana que se debe, hoy en día casi en su
totalidad, a un hombre tan poco aplaudido por sus propios compatriotas en el
pasado reciente como es Günter Grass.
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