Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Rostock
El País Viernes,
25.09.98
ELECCIONES EN ALEMANIA
Los grupos neonazis, con sus consignas xenófobas, están más
interesados en las elecciones regionales que les sirven de altavoz
Las elecciones federales les importan bien poco, aún, a los
neonazis alemanes. Están divididos en tres partidos -la Unión Popular Alemana
(DVU), el Partido Nacionaldemocrático (NPD) y los Republicanos (Republikaner)-
y sus posibilidades de superar el listón del 5% son mínimas. Pero quienes crean
que se trata de un fenómeno anecdótico surgido de la conmoción de la
unificación alemana y de pronta desaparición, deberían darse una vuelta por el
Estado de Mecklenburg-Vorpommern, que también celebra las elecciones a su
propio Parlamento. La presencia de carteles de los tres partidos neonazis es
muy superior a la de los partidos democráticos. Y los jóvenes parecen haberse
puesto todos de acuerdo para cortarse el pelo al cero. "Trabajo alemán
para los alemanes", "Contra los inmigrantes criminales",
"Dinero alemán para el pueblo alemán", los lemas se repiten sin cesar
en los pueblos y en ciudades como Rostock, Neubrandenburgo y Stralsund.
Muchos son los que consideran que el domingo los neonazis,
previsiblemente a través del DVU, conseguirán entrar en este Parlamento en su
segundo éxito después de haber logrado más del 12% en las elecciones de
Sajonia-Anhalt. Los Parlamentos de los Estados son ahora su objetivo. El año
próximo, con las elecciones de Sajonia, prevén tener ya tres tribunas públicas
desde las que no se les podrá negar la difusión de sus lemas de odio al
extranjero, racismo y resentimiento social. Pero hay datos más preocupantes que
su eco electoral, especialmente entre una juventud en la que más de un tercio
se declara dispuesto a votar a estos partidos. Un resultado favorable es
siempre reversible aunque sea a cuatro años vista.
Lo que tiene más alarmada a la Oficina de Protección de la
Constitución es la enorme capacidad demostrada por estos grupos para establecer
estructuras muy organizadas en todo el territorio de la antigua RDA. En
Sajonia, por ejemplo, el NPD ha logrado crear en poco más de dos años una
infraestructura permanente que cubre todos y cada uno de los distritos del
Estado. Según dice Thomas Schade, experto en cuestiones neonazis, en el diario
Sächsische Zeitung, el NPD ha conseguido con un trabajo sistemático la
integración en sus filas de la mayoría de los grupúsculos de jóvenes más o
menos violentos de la órbita de la extrema derecha. A esto se debe en gran
parte, señala, que hayan cesado casi los atentados violentos contra asilos de
inmigrantes. "Al NPD no le interesan las algaradas que asusten al votante
de orden". En 1991, después de uno de tales ataques en la ciudad sajona de
Hoyeswerda en el que murieron varios inmigrantes en un incendio provocado, la
policía de Sajonia estableció una comisión especial para la lucha contra el
neonazismo que se llama Sokorex, y que ha constatado el vínculo directo entre
el final del terrorismo y vandalismo neonazi con la toma de control de estos
grupos por parte del NPD. Luego nadie debiera interpretar que la falta de
atentados se debe a la desmovilización de sus autores, que en gran parte siguen
sin ser identificados.
Por otra parte, está claro que los grupos y partidos
neonazis cuentan cada vez con más financiación. Si la DVU vive ante todo del
dinero de su líder, un editor nazi multimillonario bávaro llamado Gerhard Frei,
los otros tienen vías de financiación mucho más oscuras y algunas fuentes en
Sajonia dicen que está claro que hay comerciantes y gente de la clase media
alta en general que están dándoles dinero. En los últimos días ha aparecido en
buzones de la ciudad de Dresde un "Llamamiento a la nación alemana"
que acusa a los políticos de la democracia de genocidio contra el pueblo alemán
por medio de la Überfremdung (extranjerización), llama al voto en favor del NPD
y advierte que, ante el peligro de exterminio de la raza, ésta tiene derecho a
actuar en defensa propia. Al parecer han sido editados 110.000 ejemplares. Y en
el interior aparecen al menos medio centenar de firmas de ciudadanos, en gran
parte con títulos académicos y dirección. Éstos consideran, al parecer, que han
acabado los tiempos de ocultarse.
"Estamos hartos de estos politicastros corruptos que
están exprimiendo a Alemania de un dinero que los alemanes necesitamos y que
nos inunda con extranjeros para acabar con nuestra identidad germana". Con
frases como ésta arenga en Rostock a sus muchachos, unos rapados y otros con
aspecto preocupantemente normal, un líder del WPD. Que este adalid de la pureza
de raza alemana tenga el apellido polaco de Kowalski no parece importarle nada
a él ni a nadie. Oyéndole uno piensa en las enormes dificultades que habría
tenido este entusiasta nacionalsocialista para conseguir su Ahnenpass, el
carnet de antepasados que, como prueba de pureza de sangre, exigía el régimen
nazi a quienes aspiraban a algo en su aparato. A su alrededor, un grupo de
jóvenes vigila a los transeúntes. Todos llevan un brazalete con el número 88.
La H es la octava letra del abecedario. El 88 es la HH, el Heil Hitler.
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