viernes, 28 de abril de 2017

LOS TIEMPOS EN QUE BELGRADO EVOCABA LIBERTAD

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Budapest, 16.04.99

GUERRA EN YUGOSLAVIA. POLÍTICA Y DIPLOMACIA

Paradojas de la historia. Son muchos los húngaros que se acuerdan de cuando el nombre de su vecino del sur, Yugoslavia, era sinónimo de libertad y tolerancia. En los duros años del estalinismo, en Budapest se ahorcaba a la disidencia, comunista o demócrata, bajo la terrible acusación de titoísmo y de mantener relaciones con Belgrado. Budapest, Praga y Varsovia eran calabozos comparados con Belgrado. Por Yugoslavia había una puerta entreabierta a la libertad, al debate y a la inteligencia. Hoy, diez años después de la caída del muro de Berlín, Hungría, la República Checa y Polonia son tres Estados homologados con las democracias occidentales mientras la capital serbia se halla sumida en el oscurantismo, el miedo, el odio y el racismo. Mientras Budapest es una ciudad abierta al mundo, pujante y libre de los fantasmas del pasado, Belgrado es rehén de Slobodan Milosevic, la mayor tragedia sufrida por el pueblo serbio en siglos.

En Hungría crece la economía (un 5% este año), se celebran congresos, llegan inversores y no queda compañía multinacional que se precie por instalarse. Los comunistas son una olvidada secta extraparlamentaria. Los ultranacionalistas de Istvan Csurka, muy civilizados si se comparan con las huestes de Milosevic o Seselj, son 14 en el Parlamento y nadie les hace mayor caso. El irredentismo húngaro ha quedado sumido en el pasado en una sociedad que se ha abierto a la tolerancia y al futuro.

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