Por HERMANN TERTSCH
El País Domingo,
04.04.99
OFENSIVA ALIADA CONTRA SERBIA
Petar Njegos, el gran poeta nacional montenegrino del siglo
XIX, no lo podría haber imaginado. En siglos de lucha contra el imperio otomano
y contra las tribus albanesas no sucedió nunca, pero Slobodan Milosevic parece
cercano a conseguir que Montenegro dé la espalda a su gran hermana de la
historia, Serbia. Ha logrado en 10 años hacer pensar a todos los pueblos vecinos
que la convivencia con los serbios es imposible. Y está a punto de conseguir
que se convenza de lo mismo la pequeña nación de Montenegro, que pasa por ser
algo así como la quintaesencia de la nación serbia.
Los récords de Milosevic en su carrera a la catástrofe
parecen no tener fin. La guerra actual en Kosovo comenzó en 1989 cuando
Milosevic arrebató su autonomía a las dos provincias, Vojvodina y Kosovo, y en
un golpe de mano derribó al Gobierno de Montenegro en su capital Podgorica,
entonces llamada Titogrado. Consumada la destrucción del estado multinacional
por la ofensiva de Milosevic, Montenegro es la única república que queda en la
actual federación con Serbia.
Indómito país
Este indómito país fue durante siglos un refugio de la
cultura y la espiritualidad ortodoxa y sus remotos parajes escarpados fueron
siempre un foco de la resistencia de los eslavos meridionales contra la
ocupación exterior. Ahora Montenegro, con su presidente Milo Djukanovic a la
cabeza, es la única pieza que queda institucionalmente en Yugoslavia abiertamente
enfrentada con la satrapía del presidente Milosevic. Y todo hace suponer que
éste intenta acabar con esta última disidencia que demuestra que es posible
gobernar en los Balcanes con un proyecto civilizado y europeo y en contra del
crimen medieval en marcha hoy en Kosovo. El relevo hace unos días de varios
generales y la movilización de los peones de Momir Bulatovic, vicepresidente
yugoslavo y rival de Djukanovic en Montenegro, hacen pensar que estamos ante un
intento, no el primero, de acabar con el proyecto montenegrino. Pero la
manifestación de esta gran fisura entre Podgorica y Belgrado demuestra también
que la intervención de la OTAN no se entiende entre todos los yugoslavos con la
unanimidad que los adversarios de la misma pretenden.
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