Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Francfort
El País Martes,
12.10.99
385.000 títulos se presentan esta semana en la mayor
concentración editorial del año
Se discute ya sobre si se trata o no de la última del
milenio, esta Feria del Libro de Francfort que se inaugura hoy, dedicada a
Hungría y con Günter Grass como protagonista inevitable. No hay, por el
contrario, discusión respecto a todos los demás superlativos que caracterizan a
la mayor concentración del mundo en el campo editorial y literario. Las marcas
y los techos del año pasado vuelven a superarse y serán 385.000 títulos los que
presente en una semana la industria frente a los 365.000 de 1998. Todos los
años se preguntan los observadores si la feria puede crecer más. Y todos los
años lo hace, pese a los muchos que la consideran ya inabarcable.
La avalancha de publicaciones y nuevos productos editoriales
en todo tipo de nuevos soportes audiovisuales e informáticos hacen del programa
y del recinto ferial una jungla de eventos y actuaciones en más de 180.000
metros cuadrados. A la misma se prevé que acudan en sólo cinco días cerca de
300.000 visitantes, editores, agentes, libreros, bibliotecarios y también
escritores. Los periodistas llegados para contar lo que sucede y ayudar
voluntaria o involuntariamente a la mayor gloria del negocio serán más de
10.000. El volumen del comercio aumentará asimismo, según los expertos, en
torno a un 2%. Y en Francfort no se encuentra una habitación ni con la
intercesión de un premio Nobel. Tan sólo hay una cifra que cae una vez más
respecto a la celebración de la anterior y es la de expositores individuales.
Son unos 6.600, unos 180 menos que el año pasado, los que acuden a Francfort
este año a comprar títulos, negociar derechos y licencias, vender traducciones.
Y esta cifra es una de las más significativas porque demuestra cómo continúa la
implacable concentración en el mundo editorial. Todos los años hay que lamentar
bajas entre pequeñas editoriales que han sido absorbidas o han fenecido por
asfixia en una de las industrias de competencia más implacable. En muchos
países son ya unos pocos los grandes grupos que acaparan la inmensa mayoría de
los beneficios.
Editoriales españolas
Todas las editoriales españolas de entidad están presentes y
firmemente convencidas de tener que estarlo, sobre todo después de los éxitos
editoriales en el exterior que lograron en los últimos años con algunos
escritores como Arturo Pérez-Reverte o Javier Marías. La concentración en la
industria se hace cada vez más patente en Francfort. En Hungría, el país
protagonista como huésped de honor este año de la feria, media docena de
compañías acaparan ya más del 60% de la producción editorial. Esto sucede en un
país en el que hace 10 años aún no había prácticamente ningún grupo editorial
privado. Pero además, de la cifra total de negocios de esta industria en
Hungría sólo procede de la literatura en torno al 3%. Y esto se refiere a uno
de los países con mayor índice de publicación y lectura del mundo.
En Alemania, la literatura aún supone el 11% de la cifra de
negocios de un mundo en el que folletos, fascículos coleccionables, revistas
especializadas, artículos multimedia y otros productos de gran consumo han
pasado hace tiempo a sustituir a novela, ensayo y poesía que, pese a la masiva
proliferación de títulos, cada vez aparecen en menores tiradas.
"Todos vienen a Francfort porque todos vienen a
Francfort". Con esta frase se promociona una feria que desde hace muchos
años ya no tiene necesidad de promoción porque la frase se ha convertido en
cierta. Si comenzó hace 51 años como un intento de volver a poner a Alemania en
el mapa mundial de la cultura tras el descrédito y el ostracismo que siguieron
al nazismo, a la guerra y al holocausto, hoy la feria es un inmenso escaparate
de la nueva era del comercio con imágenes y mercancías y sólo muy al margen del
intercambio de ideas y formas literarias. Y es una gigantesca plataforma para
los contactos y las negociaciones, los tanteos, las subastas y las ventas de un
negocio inmenso que, siguiendo las leyes de todos los grandes sectores, tiende
a la concentración y a las alianzas estratégicas.
Al margen de las grandes o pequeñas operaciones que los
editores y los grupos poderosos tengan entre manos, la feria se presenta como
todos los años y, posiblemente para evitar este perfil mercantil tan acusado,
con un sinfín de eventos literarios y artísticos. Y destacará asimismo el
importantísimo papel que ha adquirido Internet en el acceso a la literatura
pero especialmente en la venta de libros. Si la literatura húngara será
protagonista este año -el año próximo lo será la griega- con György Dalos, con
su triunfador actual Peter Esterhazy y con el gran padre vivo de sus letras,
György Konrad, también celebra su regreso a Francfort, tras años de ausencia
oficial, la literatura iraní. Se han convocado veladas literarias con Cees
Nooteboom, con Ephraim Kishon y con los portugueses Mario Carvalho y Teolinda
Gersao y anunciado exposiciones de la obra gráfica del ahora mil veces
celebrado Günter Grass.
En todo caso, la dirección de la feria intenta
desesperadamente dar la impresión de que los escritores siguen siendo
protagonistas en un evento en el que, sin plano ni agenda, sería más difícil
encontrar a un escritor que en cualquier capital europea a cualquier hora del
día.
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