Por HERMANN TERTSCH
El País,
Valdecaballeros, Badajoz, 26.07.99
CARTAS AL DIRECTOR
La columna de Eduardo Haro Tecglen publicada el viernes 23
de julio bajo el título de Michnik, Tertsch, en la que se alude a mí de forma
poco amable, me obliga a ciertas puntualizaciones.
1. No odio a los eslavos del
norte ni del sur. Tampoco a los esquimales, a los filatélicos, a los
submarinistas ni a los viticultores. Ni siquiera a los intelectuales que viven
de y para el resentimiento.
2. No me entusiasman los bombardeos; los lamento
profundamente. Aunque sí creo que un puñetazo que impida a un violador consumar
sus apetitos en una menor puede estar justificado. Pero soy incapaz de gozar
con el dolor ajeno. Incluso del dolor de víctimas no inocentes. El dolor
produce, la mayoría de las veces, amargura, y ésta, sin duda, hace peores a las
personas.
3. Finalmente, sólo puedo agradecer el hecho de ser objeto de
un ataque en tan magnífica compañía. Adam Michnik es un ejemplo de dignidad,
honradez y coraje que refuerza la fe en el ser humano, tantas veces
resquebrajada por otros caracteres, conductas y biografías, sean éstas
noveladas o no.
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