Por HERMANN TERTSCH
El País Sábado,
27.02.99
TRIBUNA
No han tenido que esperar mucho la dirección de la OTAN, el
Grupo de Contacto y la comunidad internacional para comprobar los resultados
reales de la cumbre de Rambouillet. Los auténticos resultados, tan lejanos
ellos a todas las interpretaciones que sus representantes se apresuraron a
lanzar para ocultar su enésimo fracaso y el desmoronamiento, al parecer
imparable, de su credibilidad, propia y de la diplomacia occidental. La fuerte
concentración de tropas serbias en la frontera de Kosovo y su previsible nueva
ofensiva contra el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) y contra la población
civil no son sólo un renovado acto de desprecio supremo a los acuerdos del pasado
mes de octubre y a sus garantes, es decir, el propio Grupo de Contacto y la
OTAN. Las amenazas de la Alianza Atlántica suenan ya tan ridículas en Belgrado
como en el resto del planeta. Y sería una sorpresa para todo el mundo que ahora
cumpliera su promesa de atacar a las fuerzas serbias por haber violado, una vez
más, pero más masivamente que nunca, si éstas no mantenían fuera de la región a
las tropas que retiraron entonces. No sólo no las mantienen fuera de la región,
sino que las están incrementando día a día, hora a hora. Las consecuencias
previsibles de esta nueva provocación serán combates, la retirada táctica
parcial de las tropas del ELK, el éxodo de miles de albaneses y la destrucción
de sus hogares. Aunque siga nevando, las condiciones sobre el terreno ya están
maduras para la nueva ofensiva. No será Slobodan Milosevic el que las
desaproveche. Después, bajo una nueva oleada de amenazas de la OTAN, podrá
simular intimidarse y venderá su retirada parcial como una gran concesión. Así
presentó como una prueba de flexibilidad y de disposición negociadora su
"generosa" suspensión de la orden de expulsión del jefe de la
delegación de la OSCE. Así ha hecho ya un sinfín de veces. Él hace como que
cede, accediendo a algo a lo que se había comprometido hace meses. Y los
llamados mediadores hacen como que ganan una partida a Milosevic cuando éste
graciosamente les devuelve una vez más, vacía, la cartera que les ha robado.
La escalada vertiginosa de los preparativos bélicos después
de la patética recta final de las negociaciones de Rambouillet es también el
reflejo de las nuevas condiciones que Milosevic considera haber creado en la
reunión. Por un lado, considera haber profundizado las diferencias entre las
diversas facciones de la parte albanesa kosovar. Por el otro, está seguro, y
nada parece quitarle la razón, de que ha logrado volver a neutralizar toda
posibilidad de unidad de acción en el Grupo de Contacto y en la propia Alianza,
cuyos aviones rugen mucho en el Adriático.
No hay comentarios:
Publicar un comentario