Por HERMANN TERTSCH
El País Lunes,
24.08.98
TRIBUNA
La Alianza Atlántica, única organización militar
internacional digna de tal nombre, principal baluarte de la defensa de los
principios de la democracia y las sociedades libres, está realizando en la
frontera de Albania con Kosovo lo que ha dado en llamar maniobras
intimidatorias. Dice Bruselas que con esta demostración de fuerza pretende
intimidar a Belgrado, en concreto al presidente de Yugoslavia, Slobodan
Milosevic. Las maniobras han de ser todo un éxito sin duda. Es previsible que
las tropas no sufran baja alguna salvo lamentable accidente de tráfico. Los
cazabombarderos de la OTAN demostrarán lo bien que funcionan, es decir, que
vuelan. Que nadie diga que las maniobras llegan en un momento inoportuno. Han
comenzado puntualmente después de que las fuerzas de Milosevic concluyeran
tranquilamente su ofensiva de tierra calcinada contra el Ejército de Liberación
de Kosovo y la población civil. Las tropas serbias han tenido el tiempo necesario
y el beneplácito de las autoridades del cada vez más tristemente célebre Grupo
de Contacto (EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Rusia) para acabar
con la resistencia albanesa. Ahora, con Milosevic otra vez dueño absoluto de
carreteras y territorios estratégicos, nuestros diplomáticos y estadistas dicen
que ha llegado la hora de las negociaciones. Milosevic debe de estar muy
intimidado. Habrán de decirnos qué es lo que podrán negociar ahora delegaciones
albanesas, que no sean ridículas limosnas políticas. Aunque, por supuesto,
cualquier donativo, por inútil que sea, será recibido con alborozo en Bruselas
y por parte del Grupo de Contacto, serán vendidos ante la opinión pública
internacional como un gran éxito en la resolución del conflicto y serán
impuestos a los albaneses bajo la amenaza de ser abandonados a su suerte.
Los albaneses, al menos parte de ellos, han aprendido
durante el último mes que están abandonados a su suerte. Cierto es que, como
siempre que han combatido en su larga historia, los albaneses han sido
voluntariosos, ilusos, caóticos e incapaces de unirse y organizarse. Sus
ingenuidades, su insolvencia diplomática y sus baladronadas iniciales les
granjearon enemigos donde tenían que haber conseguido aliados. Y su buena fe y su
confianza en la palabra de los emisarios occidentales que por allí han pasado
los acabaron de confundir. Lo han pagado caro. Y no sólo por las muertes ya
habidas. La limpieza étnica es, si cabe, más traumática aún que la vida en
otros escenarios balcánicos. La subsistencia de los clanes en la sociedad
kosovar hace que, perdidos y destruidos los patios comunes en los que vivían
decenas de familiares juntos, el desarraigo amenace con fuertes tensiones y
formas desesperadas de resistencia. Este desarrollo no parece preocupar a
quienes veían el peor problema en que los albaneses se levantaran en armas
contra un régimen que los trata peor que a perros. Y Milosevic parece
convencido, una vez concluidas las operaciones de la OTAN, de que podrá seguir
con su política en Kosovo como si todo lo sucedido este año hubiera sido un
pequeño incidente. Con un poco de suerte y cierto aumento del nivel de vida en
Albania podría seguir creciendo su poder de convicción para hacer emigrar poco
a poco a los albaneses haciéndoles la vida insufrible. Limpieza étnica light,
digerible para estómagos sensibles en las cancillerías occidentales. Milosevic
se reafirma y los mediadores occidentales hablarán del éxito de la limitación
del conflicto y de su firmeza ante acciones intolerables. Como cuando salieron
de Belgrado hace tres semanas diciendo que Milosevic les había prometido que la
ofensiva había concluido. O como hace casi tres meses cuando la OTAN amenazó
con ataques inmediatos contra Serbia si Milosevic no suspendía de inmediato la
carnicería. Nadie se acuerda ya de aquello, porque la memoria es buena
compañera de la vergüenza y ésta se halla en paradero desconocido. ¿Y los
albaneses? Los albaneses quizá aprendan algo. Algunos con seguridad querrán
llevar la guerra a Serbia. Y cuando estalle una bomba en el centro de Belgrado
que matará a inocentes, no a Milosevic ni a su familia ni a sus matarifes,
esperemos que nuestros célebres mediadores se muestren más conmovidos que ante
las matanzas habidas en Kosovo. En todo caso nadie desespere, las maniobras de
la OTAN dignas de un nombre glorioso, tal de "Maracas 98", no ponen
fin al conflicto, habrá muchas oportunidades para amenazar a Milosevic con
juegos de guerrita y ruido de sables. Una vez concluyan las próximas matanzas.
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