Por HERMANN TERTSCH
El País, Zagreb,
03.11.91
Más de 4.000 granadas de artillería cayeron sobre Vukovar el
viernes; ayer fueron otras tantas, más algunas bombas de aviación yugoslava.
Tampoco ayer pudieron salir de sus refugios los 15.000 habitantes, que viven
literalmente bajo tierra, escasos de alimentos, sin agua ni luz, desde hace dos
meses, defendidos por unos centenares de guardias nacionales croatas.
Los bombardeos fueron ayer de nuevo masivos en todo el
frente. En Zagreb se oyó todo el día la incesante serie de detonaciones del
frente de Pokuspo, a 30 kilómetros de la capital, y las sirenas volvieron a
sonar por primera vez en dos semanas.
[Entre tanto, en la ciudad-museo de Dubrovnik, la tregua de
Todos los Santos se rompía ayer y en sus alrededores volvían a surgir los
incendios y las explosiones. El Ejército anunció que retiraba su propuesta de
armisticio de 11 puntos para normalizar la vida en la ciudad, sitiada desde
hace un mes sin agua, teléfono ni electricidad, informa Efe.]
La nueva ofensiva del Ejército federal y la guerrilla serbia
para tomar Vukovar fracasó por enésima vez. La explicación de los expertos
militares a la impotencia de las fuerzas sitiadoras pese a su abrumadora
superioridad en armamento es que el Ejército federal carece de una infantería
resuelta a tomar por tierra los objetivos castigados por aire.
Centenares de reservistas serbios enviados para la toma por
tierra de Vukovar, Osijek y Vinkovci han desertado, regresado a sus casas o
huido a las de familiares y amigos. Los oficiales, serbios en su mayoría, usan
sus armas cortas para conminar a sus hombres a permanecer en el frente. Las
fuerzas serbias se concentran por ello en machacar con fuego artillero y aéreo
las ciudades; algunas, como Vukovar, han sido reducidas ya a grandes montones
de escombros bajo los que subsisten en sótanos los habitantes.
Las fuerzas croatas se defienden pese a su inferioridad en
armamento con creciente éxito. Los jóvenes estudiantes y campesinos que se
emborrachaban para atajar el miedo, que apenas sabían manejar los kaláshnikov
y morían como moscas en las primeras semanas de esta guerra se han convertido
en guardias nacionales con creciente formación militar y toda la decisión y
rabia que alimentan las diarias imágenes de la destrucción de sus pueblos y de
civiles muertos por el Ejército yugoslavo.
Mejora el armamento
También su armamento ha mejorado, aunque siga siendo
abrumadora su inferioridad respecto a un Ejército tan bien armado. En la isla
de Pag han hecho su aparición las primeras baterías de misiles tierra-aire del
Ejército croata. Cada vez son más las baterías antiaéreas, muchas nuevas, que
pueden verse en puntos estratégicos. Finalmente, el asedio a los cuarteles y la
toma de varios han facilitado a la Guardia Nacional la artillería y los
morteros con que ya puede responder, al menos aisladamente, a los ataques
federales.
"Destruyen, queman y saquean, pero esta guerra acabará
en Belgrado", dice Milan Tikucdziya, un croata de Bosnia que abandonó su
trabajo de obrero en Libia e ingresó en la Guardia Nacional hace dos meses
cuando supo que su casa había sido destruida por el Ejército. En la ciudad
dálmata de Zadar, compañeros suyos llevaban el viernes por primera vez la
guerra a territorio serbio. Un comando voló un puente, una central telefónica y
otras instalaciones en el extremo occidental de Serbia
La población serbia ya sufre la guerra con serias
privaciones que se agravarán si la comunidad internacional impone las sanciones
con que amenaza por la negativa de su presidente, Slobodan Milosevic, a acatar
el plan de paz de la CE.
La situación para Serbia se torna seria y ha desaparecido el
triunfalismo que llevaba a gran parte de la población de Belgrado a festejar a
los carros de combate que partían hacia Croacia.
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