Por HERMANN TERTSCH
El País Domingo,
28.08.94
TRIBUNA
Norberto Fuentes ya está fuera de Cuba. Gracias a la
intervención del escritor Gabriel García Márquez, el Premio Nobel de Literatura
y buen amigo de Fidel Castro -y quizá también en parte gracias a la entrevista
que le hizo Mauricio Vicent en la Habana y a un artículo de su amigo Manuel
Díaz Martínez, publicados en EL PAÍS el 25 de agosto- el escritor cubano, que
llevaba 23 días de huelga de hambre para forzar a las autoridades a dejarle
salir de Cuba con su familia, ha logrado su objetivo. Voló con su amigo Gabo hasta
México en un avión que puso a su disposición el presidente mexicano, Carlos
Salinas. Todos tenemos que congratularnos por ello. Es una buena nueva. Pero es
además una buena prueba de cómo se deben afrontar los problemas puntuales con
regímenes dictatoriales. El fin prioritario de todo trato con una dictadura no
es castigar al tirano sino ayudar a la víctima, solía decir Willy Brandt.
Precisamente por eso, sería un grave error romper todos los vínculos con Cuba
como exigía hace poco algún dirigente de la oposición española. Y por lo mismo,
es un grave error de la Administración Clinton creer que con un endurecimiento
de sus medidas económicas contra Castro va a lograr otra cosa que actos
desesperados por parte de la población o del aparato represivo del régimen. O
de ambos a la vez. El resultado de esta desesperación es sangre y cuerpos
hinchados de balseros que el mar escupe a las costas del Caribe.
García Márquez mantiene desde hace muchos años vínculos
personales con Castro que poco tienen que ver con la política. Son dos
personalidades únicas, fuertes y narcisas que han tenido biografías muy
distintas. ¡Ojalá se hubiera dedicado Castro desde hace décadas a la literatura
como en ocasiones ha dicho haber deseado tanto! Cuba se lo hubiera agradecido.
Y demos gracias por el hecho de que el genio literario que es García Márquez
nunca haya tenido el poder para disponer de la vida y suerte de una nación.
Pero esta vieja amistad entre dos hombres ha servido a un
tercero que había caído en desdicha por el capricho del poder a que está
sometido todo súbdito de un régimen dictatorial. Y mucho más quién llama la
atención como Norberto Fuentes. Con la intervención de Gabo, Fuentes ha
vuelto a ser el ser privilegiado que era hasta hace unos años. Llegará a EEUU
en avión, sin amenazas de tormentas ni tiburones y tiene ya acomodo.
Ahora se hace urgente la intervención masiva en bien de
todos los demás cubanos. Muchos construyen nuevas balsas y están en peligro de
muerte mucho más inminente que Fuentes. Deben intervenir Gabo, aquellos
que tienen contacto con Castro como Felipe González y aquellos que, como
Clinton, no lo tienen. Comparten la obligación de buscar el diálogo con el
patriarca fracasado y aquellos que puedan traicionarle por el bien del
pueblo. Porque deben evitar que la agonía del dictador y su ideología suponga
la muerte de generaciones de cubanos. Cuando se puede salvar a las víctimas,
bien vale renunciar a la persecución o al castigo del tirano.
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