Por HERMANN TERTSCH
El País, Madrid,
21.08.91
GOLPE DE ESTADO EN LA U.R.S.S.
La devolución de su soberanía a los Estados sometidos a la
hegemonía soviética por Stalin y la retirada del Ejército Rojo de sus
respectivos territorios hizo a Mijail Gorbachov merecedor del Premio Nobel de
la Paz y de los elogios de Occidente y las naciones liberadas. A los ojos de la
ortodoxia comunista y el generalato ruso ha sido uno de los más graves pecados
del presidente soviético depuesto. Sólo Alemania y Polonia albergan ya tropas
soviéticas, y, tras el golpe, se teme una avalancha de deserciones.
La venta del régimen comunista y del propio Estado
de la República Democrática Alemana al canciller federal, Helmut Kohl, a cambio
de ayuda económica fue considerada una indignidad por los sectores comunistas
conservadores, para los que la lealtad a los viejos camaradas como Erich
Honecker es mucho más importante que la voluntad popular. Cuando Mijail Gorbachov
llegó al poder, en mayo de 1985, el Ejército rojo estaba sólidamente instalado
en todos los países socialistas miembros del Pacto de Varsovia, salvo
en Rumanía, donde el comunismo nacionalista de Nicolae Ceaucescu había logrado
desembarazarse de su presencia. Bulgaria no requería más que algunos oficiales,
dada su lealtad a Moscú.
Polonia, Hungría y Checoslovaquia albergaban contingentes de
tropas soviéticas suficientes como fuerza amenazadora hacia Occidente y
disuasoria hacia el interior de estos países, en la mayoría de los cuales se
habían producido levantamientos contra el régimen en la posguerra. En la RDA,
los 350.000 soldados soviéticos formaban con el Ejército Popular Nacional (NVA)
la fuerza de choque ante un hipotético conflicto entre los bloques.
Hoy, los únicos Estados que aún albergan tropas soviéticas
son Alemania, con 275.000 soldados, y Polonia, con poco más de 40.000.
Checoslovaquia y Hungría ya sólo negocian con Moscú problemas de propiedad
inmobiliaria e indemnizaciones por los muchos daños producidos por las tropas
soviéticas.
Si prospera el golpe, sobre Polonia y Alemania se cierne la
amenaza de una oledada de solicitudes de asilo de miembros del Ejército rojo y
una resistencia mayor que la ya existente a cumplir su calendario de retirada.
El retorno se conviertiría en un destino aún menos atractivo. Ya el lunes más
de un centenar de soldados desertaron en Polonia.
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