Por HERMANN TERTSCH
El País, Madrid,
20.08.93
GOLPE DE ESTADO EN LA U.R.S.S.
El Gobierno federal yugoslavo, así como las autoridades de
Croacia y Eslovenia han reaccionado con alarma ante la caída del presidente
soviético, Mijail Gorbachov. Nadie duda de que ésta ha sido bien recibida en
los círculos militares comunistas federales, dominados por Serbia, y de que
éstos pueden considerar que el golpe involucionista en la URSS ofrece una
ocasión perfecta para una intervención militar masiva en la república de
Croacia y, posiblemente, incluso en Eslovenia.
La reanudación ayer de los combates en las ciudades de
Okucani y Pakrac, en Eslavonia occidental, que durante el fin de semana
causaron 27 muertos y decenas de heridos, hacen prácticamente imposible el
acercamiento entre las partes contendientes en la reunión que sobre el futuro
de Yugoslavia está convocada para hoy. En principio, deben acudir a la misma los
miembros de la presidencia colectiva así como los presidentes de las seis
repúblicas y el Gobierno federal, si bien la gravedad de la situación en la
región de Eslavonia y el cataclismo político de Moscú hacían ayer del
todo imprevisible la evolución inmediata de la crisis yugoslava.
La "gran inquietud" que expresó el Ministerio
federal de Asuntos Exteriores en Belgrado en relación con los acontecimientos
en la URSS, era conmoción absoluta en Zagreb. El croata Stipe Mesic, presidente
de la jefatura colectiva del Estado yugoslavo, convocó ayer una reunión
extraordinaria de este órgano, para estudiar la situación. El temor a
tentaciones miméticas en el Ejército federal yugoslavo es extremo.
El hecho de que el golpe en la URSS se diera un día antes de
que las repúblicas soviéticas -las nueve que lo han aceptado- comenzaran a
firmar el Tratado de la Unión confiere aún mayor plausibilidad a una
intervención del Ejército yugoslavo, aliado con los comunistas serbios.
El Tratado de la Unión, abortado por la intervención militar
en Moscú ofrece considerable paralelismo con el proyecto de una Confederación
de Estados que han propugnado Croacia y Eslovenia y que rechazan las fuerzas
centralistas encabezadas por Serbia y Montenegro. Gorbachov ha tenido un efecto
disuasorio sobre los mandos militares yugoslavos, que ahora desaparece.
Si la nueva dirección ortodoxa de Moscú logra afianzarse,
los militares yugoslavos y la dirección serbia pueden contar con el apoyo del
Kremlin a una represión en Croacia. Se restablecería la afinidad ideológica y se
reforzaría el eje histórico ruso-serbio contra las naciones del centro de
Europa -Hungría, Eslovenia y Croacia- que, según Serbia y la ortodoxia
moscovita, son agentes de la nueva expansión de Alemania en la región.
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