Por HERMANN TERTSCH
El País, Antalya,
09.06.97
El festival de Aspendos se erige en símbolo de la democracia
laica
La apertura del Festival de Ópera y Danza de Aspendos, con
Carmen, se convirtió el sábado en un multitudinario acto de reafirmación laica
frente a la amenaza del islamismo en Turquía y de reivindicación de la cultura
occidental como instrumento de lucha contra la intolerancia religiosa. Cerca de
15.000 personas abarrotaron el magnífico teatro romano de Aspendos, construido
bajo Marco Aurelio, el mayor de Asia Menor.
El público acudió al teatro mejor conservado de la cuenca
mediterránea para presenciar la obra de Bizet, pero ante todo expresar su
defensa del festival y la música occidental en general, que el actual Gobierno
de mayoría islamista quiere estrangular económicamente y condenar al olvido. La
IV edición del festival de Aspendos estuvo a punto de no celebrarse al negarle
ayuda el ministro de Cultura, Ismail Kahraman, del partido islamista. Los
organizadores lograron, sin embargo, movilizar a un gran número de
patrocinadores en la empresa privada y garantizar la supervivencia del festival
que hasta el 27 de junio pondrá en escena cuatro óperas y tres obras de ballet
en el impresionante marco del gran teatro romano de esta ciudad milenaria.
Con su proverbial instinto político y con el claro propósito
de ser visto no sólo como representante del Estado republicano, sino también de
los sectores más occidentalistas de Turquía, acudió a la inauguración del
festival el presidente de la república, Suleimán Demiral. Fue recibido con
grandes aplausos y un coro atronador que sentenciaba que "Turquía es laica
y siempre lo será".
Ante aquella acogida, Demirel pronunció un breve discurso
improvisado desde su sitio entre el público en el que señaló que las milenarias
piedras de Aspendos y la ópera que iba a representarse son símbolos de la
civilización y la cultura a las que Turquía tiene vocación irrenunciable de
pertenecer.
Hostilidad
La presencia de Demirel en estos actos, vistos con
manifiesta hostilidad por el partido islamista que dirige el primer ministro
Necmettin Erbakan, es sólo una prueba más del vertiginoso proceso de
polarización en Turquía entre laicos e islamistas. El ministro de Turismo, Bahattin
Tücel, del Partido de la Recta Vía de la ministra de Asuntos Exteriores Tansu
Çiller, que había acudido como representante del Gobierno dado el boicoteo del
festival por parte del Ministerio de Cultura, sufrió las iras del público por
el apoyo de su partido a la supervivencia del Gobierno de mayoría islamista.
Ante los silbidos masivos del público, se guardó en el bolsillo de la chaqueta
su discurso preparado e improvisó unas palabras de fidelidad a la
república democrática y laica que fueron contestados por el público con gritos
de "Eso lo debieras decir en el Consejo de Ministros".
Una Carmen miliciana
La ópera de Estambul que representó Carmen había
decidido además dar otra señal al público con una escenificación que situaba la
acción durante la guerra civil española, con una Carmen que se
convierte en miliciana en el tercer acto y en la que era fácil sacar
paralelismos entre las fuerzas del oscurantismo del franquismo y las que ahora
preocupan y teme la sociedad civil turca. La directora de la ópera, Yekta Kara,
máxima valedora del festival viajará con el jefe del Estado, Demirel, en su
visita oficial a Madrid el 30 de junio, en una muestra más del presidente de
apoyo a quienes sienten la hostilidad de la mayoría islamista en el
Gobierno. Desde hace meses, conciertos de música clásica y otras expresiones
culturales occidentales se han convertido en manifestaciones de adhesión de los
sectores más militantes de la lucha contra el islamismo político.
El acto del sábado en el festival de teatro y danza de
Aspendos marca un hito en esta tendencia. Existen entre los intelectuales
turcos algunas voces que lamentan esta plena identificación de los demócratas
con fenómenos culturales que por naturaleza, y en parte por ser en esencia
elitistas, resultan ajenos a gran parte de la población turca.
En Aspendos, miles de jóvenes, profesionales liberales e
intelectuales turcos, consideraban después que la representación de Carmen había
sido una victoria contra "el fanatismo religioso que nos quiere hundir en
la Edad Media".
COMBATE CULTURAL
Orhan Pamuk, el máximo representante de las letras turcas
contemporáneas con Yasar Kemal, manifestó a EL PAÍS su preocupación por esta
utilización sistemática de símbolos extranjerizantes por parte de los
demócratas y laicos, ya que enajena aún más a los sectores más tradicionalistas
y, por tanto, más susceptibles de integrarse en el islamismo militante.
"Beethoven y Mozart están muy bien. Pero haciendo de ellos instrumentos de
combate cultural, no hacen sino aumentar la lejanía que sienten ciertos
sectores de la población hacia el actual Estado. Para ellos esa música es y
será siempre algo ajeno". Orhan, que publicará próximamente en
Alfaguara su Libro negro, una de las novelas supremas de la
literatura turca actual, considera que es un error querer combatir
primitivismos culturales con una política cultural exclusivamente
extranjerizante.
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