Por HERMANN TERTSCH
El País Jueves,
08.12.94
TRIBUNA
Algún preclaro se ha alarmado. Rusia vuelve a amenazar a
Occidente. ¿Por qué? Porque Washington ha dado una nueva vuelta política de
tirabuzón, triple salto mortal con el público, es decir, Europa, no ya de red,
sino de potenciales víctimas de su más que probable falta de equilibrio. Y
ahora, en Budapest, en la cumbre de la Conferencia sobre Seguridad y
Cooperación en Europa (CSCE), dice Clinton que ningún tercero podrá vetar el ingreso
en la OTAN de algún país, en referencia a los centroeuropeos Polonia, Hungría,
República Checa y Eslovaquia. ¡Cómo que no! Lo hizo Rusia hace ocho meses, y la
OTAN se envainó la propuesta de ampliación encarecidamente solicitada por todos
los países afectados.
Clinton parece querer jugar al duro ahora junto al Danubio.
Una semana después de que toda su pretendida política hacia los Balcanes se
desmoronara ante la banda de caudillos serbo-bosnios y el gran hacedor de los
tiempos políticos que conducen hacia la Gran Serbia, Slobodan Milosevic.
Algún preclaro se alarma ya mucho. La OTAN se resquebraja, y
el que diga lo contrario sabe que miente. Al principio, el elemento definitivo
fue la histórica desconfianza de Londres y París hacia una Alemania crecida.
Pesó más una alianza bélica de tiempos pasados con Serbia que todos los
vínculos de europeísmo democrático labrados a lo largo de cinco décadas. La
hostilidad británica hacia la nueva Alemania y Bosnia lograron romper también
la más sólida relación transatlántica jamás habida, la special
relationship entre Londres y Washington.
Después, Francia vio la ocasión de cumplir con el sueño del
capitán de corbeta naufragada: ser gran capitán de un buque europeo. Para ello,
el aspirante a cabeza de ratón tiene que acabar con el león. Y así ha sido
desde 1949 la OTAN.
Así las cosas en el tenderete político de mediados de los
noventa, no le debería extrañar a nadie en la Alianza Atlántica que Rusia pase
de socio cooperativo y solícito a matón, cuando ya se aceptó su veto al pleno
ingreso de los países centroeuropeos en la OTAN y se inventó la Asociación para
la Paz. Cuando se ha permitido -y posiblemente se sancione en la cumbre de la
CSCE en Budapest-, que Rusia y sus tropas impongan a sangre y fuego, fraguando
y armando golpes de Estado y revueltas de todo tipo, la liquidación de
soberanías recién estrenadas en el territorio de la antigua URSS.
Tienen suerte -relativa, a la vista de la actual
Administración- los países bálticos de que cuenten con la garantía de seguridad
de Estados Unidos y no de la OTAN. Porque esta Alianza se ha visto arrastrada
en Bosnia por la ONU a la sima de la falta de credibilidad. Y esto en la lucha
contra una caterva de bandoleros, que no contra el pueblo serbio en general. ¿A
quién va a asustar -disuadir- ahora? Las declaraciones de la ONU no se las cree
ya -quizá menos que nadie- un párroco de Somalia. A la OTAN le empieza a pasar
lo mismo. El secuestro de un capitán español en Banja Luka y todos los
secuestros de cascos azules pertenecientes a países de la OTAN
demuestran que la falta de respeto a nuestro escudo defensivo es ya
de vergüenza propia y ajena.
El pilar europeo de defensa, llámese UEO o como sea, no es
sino una entelequia. Y finalmente la CSCE, ese foro de buenas intenciones y declaraciones
altisonantes, pero tan alejadas de todo realismo que sólo pueden ser producto
de la miopía o de la hipocresía, es un organismo tan inoperante que sólo su
convocatoria es un insulto a la inteligencia. Conclusión: lo vamos a pasar
-nunca mejor dicho- bomba.
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