Por HERMANN TERTSCH
El País, Bucarest,
01.10.91
Petre Roman ha manifestado su decisión de presentar batalla
a las fuerzas involucionistas que, bajo la amenaza de la violencia de los
mineros en Bucarest, forzaron su dimisión como primer ministro de Rumanía el
pasado jueves. "Yo soy el primer ministro porque ninguna dimisión es
posible bajo la amenaza de la violencia. Soy el líder del partido político que
ganó las pasadas elecciones y que va a ganar las próximas", declaró Petre
Roman, el domingo, ante la televisión, en un retorno lleno de firmeza a la
escena política rumana.
Petre Roman se esforzó el domingo, en una larga declaración
ante las cámaras de la televisión rumana, por demostrar confianza y ganar el
pulso que se libra entre "los que quieren volver a las estructuras
comunistas y quienes quieren ir hacia adelante". "Hay que concluir la
Constitución y convocar elecciones", dijo Roman que, durante cuatro días
se había mantenido oculto junto a sus más próximos colaboradores por el peligro
a ser localizado por simpatizantes de los golpistas. Roman estuvo a punto de ser
capturado el miércoles por grupos de mineros que, de haberlo logrado,
difícilmente le hubieran dejado con vida, según convicción generalizada. Según
supo ayer este periódico, Roman tuvo que huir del palacio gubernamental por la
azotea al ser invadido el edificio por centenares de mineros dispuestos a
"dar su merecido" al que consideran responsable de "vender el
país al extranjero", "de enriquecerse" y de la caída de la
capacidad adquisitiva que traen consigo las reformas.
Los mineros obedecían así las consignas de las campañas de
difamación contra Roman que se prodigan desde hace meses, y que, pese a no
haber aportado pruebas, han hecho profunda mella en la conciencia de las clases
menos formadas del país.
Con 32 guardias y colaboradores, Roman huyó por patios y
azoteas cercanas al palacio hasta que se vieron bloqueados en el tejado de un
edificio cuyo único acceso a la calle se negaba a abrir una anciana residente.
Ocho miembros de la guardia de seguridad del primer ministro tuvieron que
descolgar a éste desde la azotea a la calle, desde donde prosiguieron la huida.
En su intervención televisada, Roman rechazó tajantemente,
"por indigna", su presencia en un hipotético Gobierno de transición
hasta las próximas elecciones, y dejó claro que se propone la inmediata
convocatoria de elecciones y, a ser posible, impedir hasta entonces la creación
de un Gobierno que sería una marioneta de las presiones extraparlamentarias
involucionistas. El presidente Ion Iliescu, en un nuevo alejamiento de Roman,
descalificó como "excusas" las afirmaciones de éste sobre la
existencia de una trama golpista involucionista y rechazó la posibilidad de
unas elecciones inmediatas al señalar que su preparación requiere varios meses.
Roman afirma que está dispuesto a la lucha política contra
estas fuerzas "que quieren la vuelta a las estructuras comunistas" y
a la pugna constitucional con Iliescu quien aceptó una dimisión que Roman jamás
le había presentando formalmente. En una actitud abiertamente combativa, si
bien con gesto muy cansado, Roman señaló al presidente del Senado, Birladeanu,
como uno de los responsables de la ofensiva involucionista.
El primer ministro supuestamente dimisionario sólo criticó
veladamente a Iliescu en la entrevista televisada el domingo por la noche en
Rumanía, pero EL PAÍS ha sabido que poco antes había calificado a Iliescu de
cobarde por haberse apresurado éste a doblegarse a las exigencias de los
líderes del vandálico movimiento minero que aterrorizó Bucarest la pasada
semana. Ayer, los ministros de Interior y Defensa defendieron su actuación
durante los dramáticos días de la pasada semana, en que la pasividad de las
fuerzas de ambos hicieron posible el asalto de los mineros a las principales
instituciones del Estado.
Roman elogió a estos dos ministerios por su "actuación
correcta" mientras criticaba a los servicios de información que le habían
ocultado los acontecimientos. No obstante, fuentes cercanas al primer ministro
en funciones señalan que este elogio es poco menos que el agradecimiento a los
servicios prestados.
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