Por HERMANN TERTSCH
El País, Zagreb,
10.08.91
El anunciado referéndum, nuevo paso en la descomposición del
país balcánico
La República de Macedonia ha anunciado para el 8 de
septiembre un referéndum sobre su independencia y secesión de la Federación de
Yugoslavia. Esta decisión del Parlamento de Skopje es una consecuencia lógica y
anunciada de la crisis yugoslava originada por el afán hegemonista de la
República de Serbia y la consiguiente reacción secesionista de las dos repúblicas
septentrionales, Croacia y Eslovenia. Es también un gran paso más hacia la
extensión del actual conflicto político y bélico yugoslavo a toda la región
balcánica. Macedonia nunca ha sido un Estado independiente, a diferencia de
Serbia y de Croacia. Sin embargo, ha sido siempre, desde comienzos de la Edad
Media, el origen de las grandes guerras balcánicas. Su territorio histórico se
halla dividido en tres Estados: Yugoslavia, Grecia y Bulgaria. Dos de estos
Estados, Grecia y Bulgaria, no reconocen siquiera la existencia de la nación
macedonia. Los primeros dicen que los macedonios son griegos esclavizados, los
segundos, que son búlgaros. Tras 1945, el régimen titoísta creó la República de
Macedonia en territorio que había pertenecido a Serbia en la monarquía de
entreguerras. Los serbios, que aseguran que los macedonios forman parte de su
nación, lo toman como un agravio más del pasado régimen que para establecer el
precario equilibrio, hoy definitivamente roto, tenía necesidad de debilitar a
Serbia, la nación de mayor peso en la federación yugoslava.
Los debates históricos sobre la existencia o no de la nación
macedonia pueden parecer ociosos, pero han tenido un papel fundamental en el
estallido de dos guerras balcánicas y en el transcurso de las dos guerras
mundiales en los Balcanes, así como sobre la ruptura de la gran alianza del
Kominform, con el fracaso del búlgaro Georgi Dimitrof en formar una alianza
balcánica que quizá hubiera evitado la ruptura Tito-Stalin en 1948.
Como en toda la región, las aspiraciones nacionales
macedonias surgen en el siglo XIX con el impulso que las ideas de la Revolución
Francesa confieren a la lucha contra la dominación otomana. El nacionalismo
macedonio tuvo su principal foco en la capital histórica de la región, el milenario
puerto del Egeo y hoy segunda ciudad de Grecia, Tesalónica y se formó con la
creación de la Organización Revolucionaria de Macedonia Interior (VRMO).
División de la región
La VRMO luchó con métodos a medio camino entre la guerrilla
y el bandidaje contra los turcos y después de los acuerdos de Versalles, en
1919, contra Yugoslavia. Macedonio fue el asesino del rey Alejandro de
Yugoslavia en Marsella en 1934. La mitología nacionalista macedonia hacía
intolerable para la VRMO la división de la región en la Macedonia Vardar
-actual República de Macedonia, en Yugoslavia-, y las Macedonias de Pirin y
Egea, en Bulgaria y Grecia.
Como tantos otros fantasmas del pasado, este sentimiento ha
retornado con la desaparición del yugoslavismo y del régimen comunista que lo
sustentó. La VRMO, proscrita durante toda su existencia, es desde el año pasado
legal y el mayor grupo parlamentario en el Parlamento de Skopje, con 37 de los
120 escaños.
Su objetivo es a largo plazo, y según asegura, lograr la
"reunificación de las tres partes macedonias". Hace, por tanto,
reclamaciones territoriales a Bulgaria y Grecia. Por otra parte, la propia
integridad de la Macedonia hoy yugoslava es cuestionada, aunque aún no
oficialmente, por Bulgaria y la población albanesa de su franja occidental,
cuyas aspiraciones de unirse con sus hermanos de raza de la provincia serbia y
vecina de Kosovo a Albania, crecen con la descomposición yugoslava.
La más que probable aprobación popular de la independencia
el próximo 8 de septiembre será una nueva y gravísima prueba para Europa.
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