Por HERMANN TERTSCH
El País Jueves,
03.08.95
TRIBUNA
Hay que sospechar que el mediador de las Naciones Unidas en
los Balcanes, Yasushi Akashi, habla en japonés con los jefes militares serbios.
Si no es así, es del todo incomprensible, por qué este hombre se dedica con
tanto celo a intentar convencer al mundo de que las fuerzas serbias en Bosnia
están cumpliendo supuestas promesas de dejar pasar convoyes de ayuda
humanitaria, han puesto fin a sus ataques contra Bihac y reina la paz en los
frentes en torno a ese enclave bosnio. En realidad sucede todo lo
contrario. Para el señor Akashi el mayor problema no está en las matanzas que se
han producido estas semanas en Bosnia oriental, favorecidas desde un principio
por el sistemático veto del funcionario japonés a intervenciones aéreas de la
OTAN contra las fuerzas asaltantes serbias. Ni en Bihac, porque allí, dice, no
pasa nada. La gran amenaza del momento está, asegura, en que el Ejército
croata, en virtud de un acuerdo de ayuda firmado por los presidentes de Croacia
y Bosnia-Herzegovina, Franjo Tudjman y Alia Izetbegovic, en Split hace dos
semanas, ha entrado en combate y arrebatado a las fuerzas serbias un territorio
considerable en Bosnia occidental.
También le preocupa mucho que Croacia, que hace ya tiempo
perdió su ingenua fe en los organismos internacionales, concentre sus tropas
para una posible ofensiva en la Krajina, que le fue arrebatada por la fuerza por
el Ejército yugoslavo en el verano de 1991. Es curioso cómo se alarma Akashi
cuando las fuerzas serbias se hallan en aprietos y como pide calma y acepta el
curso de los acontecimientos cuando éstas arrasan las defensas del Ejército
bosnio.
No debiera sorprender a nadie que los Gobiernos de Croacia y
Bosnia traten ya a los representantes de la Comunidad Internacional con el
mismo desprecio con que los ha obsequiado a éstos siempre la parte serbia. A
estas alturas, todos los implicados en la guerra saben que dependen únicamente
de sí mismos y de la cooperación con quienes compartan sus intereses, aunque
sea de forma transitoria. En este escenario la única ley ya vigente es la de la
fuerza porque hace tiempo que la comunidad internacional dio por obsoletas las
leyes internacionales al demostrar no tener voluntad de defenderlas. Así las
cosas, ha sido la ofensiva croata la que ha frenado, al menos momentáneamente,
el avance serbio sobre Bihac. Si la defensa de los 150.000 habitantes de este
enclave hubiera dependido de las decisiones emanadas de ese rosario de
reuniones de la OTAN, posiblemente hoy compartirían ya la suerte de los
protegidos de la ONU de Srebrenica o de Zepa. Akashi hubiera pedido un rápido
reconocimiento del hecho consumado -las realidades sobre el terreno del que
hablaba otro supuesto mediador, lord Owen- y negociado con los serbios la
rápida evacuación de los civiles, llamémoslo limpieza, de esa nueva
"tierra serbia". Otros miles hubieran sido ejecutados allí mismo. Y
Akashi se hubiera ido a Belgrado a sonreírle a Milosevic y a Sarajevo a pedirle
paciencia a Izetbegovic.
Las cosas están, una vez más, peor que nunca. Y siempre
susceptibles de empeorar. Aquí tienen su magnífico resultado de contención los
apaciguadores. Los que apuntalaron la ocupación serbia de la cuarta parte de
Croacia y que apostaron por una rápida victoria militar serbia en Bosnia, por
maniatar a los inermes y por la formación de guetos étnicos para los más
débiles. La ONU es el hazmerreír de los Balcanes, la OTAN está semirrota, la
Unión Europea desprestigiada por dentro y por fuera, y la guerra a punto de
generalizarse en la región.
Es la cosecha de la exquisita neutralidad promulgada. La
fórmula realista de pacificación, decían sus apologetas, era dejar que las
fuerzas serbias lograran sus objetivos. Las cosas se les complican. Porque las
víctimas iniciales de la guerra -los croatas- son ya capaces de defenderse sin
mendigarle inútilmente protección a la ONU. Y las mayores víctimas -los
bosnios- se resisten a sucumbir y, sin otra opción que su aniquilación, se
aferran a la esperanza de hacer pronto lo mismo. Más guerra por tanto. Mucha.
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