Por HERMANN TERTSCH
El País, Afion,
12.04.97
El primer macroproceso contra policías acusados de torturas
en Turquía fue pospuesto ayer en una sesión llena de tensión y jalonada de
incidentes, pese a haber sido trasladado por las autoridades a la remota ciudad
de Afion, en las montañas de Anatolia. Por primera vez, policías turcos, 48
nada menos, han sido acusados formalmente de haber torturado hasta la muerte a un
detenido. La víctima fue el periodista Metin Götkepe, detenido el 11 de enero
de 1996 cuando cubría para un pequeño diario turco la información de una
manifestación izquierdista en Estambul. Apareció muerto al día siguiente en un
parque de la ciudad, con numerosos derrames y hemorragias internas en cabeza y
cuerpo.
El caso Götkepe se ha convertido en un abierto
pulso entre la sociedad civil turca, cada vez más articulada e informada, y el
aparato del Estado, especialmente la policía, que se resiste a perder
privilegios tales como la inmunidad de hecho de que ha gozado siempre bajo el
Estado turco. La policía ha reaccionado poco menos que estupefacta ante el
hecho de que sectores relevantes de la sociedad insistan en exigirle
responsabilidades por algo que siempre ha venido haciendo sin consecuencia
alguna. Decenas de civiles, muchos de ellos periodistas, han sido asesinados,
muchos otros han desaparecido después de ser detenidos en los últimos años, sin
que nunca nadie se sentara en el banquillo por estos casos. El hecho de que el
juicio haya llegado a celebrarse es ya un éxito de estos sectores urbanos,
liderados hoy por la prensa. Especialmente desde la irrupción de la televisión
privada en Turquía, el muro de silencio que siempre ha existido en torno a las
actividades de la policía, tanto en lo que respecta a la tortura como a la
corrupción, ha ido desmoronándose. El juicio por el caso Götkepe es
por eso ya un símbolo, "una clara señal", dice el presidente de la
Asociación de Periodistas Turcos, Nail Gürele, "de que las cosas están
cambiando". Y el hecho de que esté enfrentándose el juicio a tantas
dificultades, entre ellas que ninguno de los 48 encausados apareciera en la
vista de ayer, es también señal de lo lejos que está la democracia formal de
Turquía de convertirse en un pleno Estado de derecho.
Demasiada atención
La anterior vista se había celebrado también en Afion, pero
en el Palacio de Deportes, con cerca de 3.000 personas como público y había
captado demasiada tensión para el gusto del Gobierno del islamista Erbakan.
Ayer se iba a celebrar en la minúscula sala de tribunales de esta pequeña
ciudad por expreso deseo del ministro de Justicia, como reconoció el propio
presidente del tribunal. Pero la sala aún sin los inculpados se hallaba repleta
de abogados, periodistas y decenas de soldados fuertemente armados encargados
de mantener el orden en sustitución de la policía, oficialmente en el
banquillo. Entre gritos de "esto es un escándalo" y "la
democracia turca es una farsa" los jueces decidieron enviar el caso al
juzgado de Sandikli, apenas un villorrio cercano a Afion. La acusación
responsabilizó al Gobierno de esta nueva dilación. Parlamentarios del Partido
Republicano manifestaron a EL PAÍS que con esta nueva maniobra se refuerza aún
más el significado de este caso como símbolo de la exigencia de "todos los
turcos honestos en favor de un proceso de manos limpias".
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