Por HERMANN TERTSCH
El País Sábado,
23.08.97
TRIBUNA
Ya lo tenemos aquí, el enfrentamiento entre serbios. Si la
presencia de las tropas internacionales no lo impide, puede pronto ser
sangriento en esos territorios de Bosnia en los que, en su día, Radovan
Karadzic y Biljana Plavsic proclamaron con gran pompa la República Srpska. Iba
a ser un hito en la lucha centenaria por la unión de todos los serbios en un
Estado, en una Gran Serbia que se extendería desde la frontera griega hasta los
suburbios de Zagreb. Ahora no son más que unas tierras tristes y depauperadas,
habitadas por gentes desmoralizadas y atemorizadas por los pistoleros que se
erigieron en sus salvadores. Samo srbski (sólo serbios), el lema que
subyacía a toda la propaganda bélica y motor de toda la actividad criminal
desplegada por estos dos líderes del nacionalsocialismo serbio en Bosnia,
venía a decir que cuando los serbios estuvieran solos entre ellos, sin la
presencia pervertidora y amenazante de gentes de otras etnias, la armonía se
instalaría definitivamente en aquellas tierras.
Resulta que no. Limpiaron étnicamente las tierras
conquistadas, destruyeron ciudades, llenaron cementerios y fosas comunes y
tiñeron el río Drina de sangre. Y, sin embargo ahora que están solos, los que
prometían el idilio sin fin para toda la nación, una vez reunida ésta, limpia
por siempre de cuerpos extraños, se pelean entre ellos y llaman a la
movilización de serbios contra serbios.
Karadz¡c y Plavsic, los dos inseparables líderes del
ultranacionalismo que ordenaban al alimón los crímenes en nombre de la nación
serbia, se tachan mutuamente de traidores y ladrones. Ahora no podía ser de
otra forma, el mensaje es que el enemigo es poco o mal serbio. El ex cómplice y
rival, es el nuevo cuerpo extraño que hay que extirpar para la supervivencia de
la nación.
La comunidad internacional que intenta imponer el
cumplimiento de los acuerdos de Dayton con la presencia de las tropas
internacionales (Sfor) ha tomado partido rápidamente. En realidad no ha sido
difícil hacerlo. Plavsic es, sin duda, un personaje política e intelectualmente
tan detestable como Karadzic. Pero es éste el que, ejerciendo el poder desde la
sombra, supone el mayor obstáculo para una paz real.
Romper los numerosos y sólidos apoyos a Karadzic en el
aparato de ese régimen de militares y bandoleros dirigido desde Pale es máxima
prioridad. Tanto Estados Unidos como Europa han dejado claro que Plavsic cuenta
con su apoyo. Y lo han demostrado con la toma militar de unas comisarías de
policía en Banja Luka en las que leales a Karadzic preparaban un golpe de mano
contra la presidenta traidora.
La decisión está bien tomada. Y Plavsic va a necesitar la
ayuda. Ayer, el estado mayor del Ejército se alineó abiertamente con Karadzic.
Esto puede obligar a que el apoyo occidental a Plavsic tenga que ser mucho más
masivo de lo que sería conveniente. Primero porque esto permitiría a Karadzic
utilizar contra su nueva adversaria la figura de la vendepatrias, la Quisling al dictado de las fuerzas extranjeras, un argumento muy efectivo entre la
población. Y también porque comprometerse demasiado con Plavsic puede llevar a
sorpresas desagradables. Su nueva enemistad con Karadzic no hace de ella ni en
demócrata ni en fiable.
Ante un agravamiento de la crisis, la comunidad
internacional no debería olvidar dónde está el origen de todo, que es en
Belgrado, y quién tiene más hilos que mover, que es Slobodan Milosevic. Este
apoyará a la facción que más le convenga a sus intereses. La adhesión del Ejército
a Karadzic puede ser un indicio de que Milosevic quiere poner fin a las nuevas
veleidades occidentalistas de Plavsic y se alinea con su antiguo protegido. De
lo que no hay duda es de que Milosevic no quiere ver al amigo Radovan
declarando ante el tribunal de La Haya.
En todo caso, el conflicto actual es muy ilustrativo de cómo
el mito de la redención nacional por medio del exterminio genera monstruos que
acaban volviéndose contra la propia tribu. Quienes se acostumbran al crimen y
al expolio siguen cometiéndolo cuando sus únicas víctimas posibles ya son
aquellos a quienes decían defender y que tanto les aplaudieron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario