Por HERMANN TERTSCH
El País, Estocolmo,
18.01.98
El Museo de Arte concebido por Rafael Moneo es todavía una
obra apenas concluida
Estocolmo es desde ayer, y durante todo el año 1998, la
capital cultural de Europa. Con diversos actos que culminaron en una solemne
cena multitudinaria en el palacio del Ayuntamiento, en la sala donde anualmente
se entregan los premios Nobel y presidida por los reyes Carlos XVI, Gustavo y
Silvia, ha quedado abierta una temporada de actos culturales, entre los que
cabe destacar ante todo, y quizá únicamente, la inauguración del Museo de Arte
Moderno y de Arquitectura, diseñado por el arquitecto español Rafael Moneo.
Sin embargo, todo el entusiasmo forzado de la administración
de Estocolmo y de los organizadores del año cultural no ocultan que, al igual
que ya ha sucedido en años pasados en otras ciudades europeas designadas como
capitales culturales, todo el concepto de designar a una ciudad como centro
supuestamente extraordinario de actividades culturales durante todo un año
está, si no a punto de fenecer, sí necesitada de una urgentísima revisión. Esto
es aún más patente en el caso de ciudades que como grandes capitales cuentan ya
con una vida cultural que difícilmente es mejorable y vendible ante un público
extranjero.
La gran joya
Que la gran joya de este año cultural de Estocolmo, el museo
de arte concebido por Moneo sea todavía, el día de la inauguración del año
cultural, una obra apenas concluida en la que los cuadros se agolpan embalados
por los pasillos es sólo una prueba del muy limitado interés por la capitalidad
cultural que ha habido en Suecia. El museo será sin duda magnífico, no sólo por
su logradísima construcción sino también por las grandes colecciones del siglo
XX que allí se expondrán, especialmente del expresionismo, del cubismo y la
pintura de la segunda mitad del siglo, especialmente el pop art
norteamericano. Es muy probable que la gran decepción de muchos suecos por el
fracaso de la candidatura de Estocolmo a ser sede de los Juegos Olímpicos del
2004 tenga mucho que ver con este desapego. La candidatura que finalmente ganó
Atenas era controvertida en Suecia. En el caso de la capitalidad cultural lo
que predomina es la indiferencia manifiesta, como se demostró ayer cuando
fueron poco más de dos o tres centenares de ciudadanos de Estocolmo los que se
acercaron a ver la apertura del modestísimo palacio de hielo, que para mayor
desgracia amenazaba con derretirse inminentemente.
Las demás actividades programadas en el marco del año
cultural, no son de mayor relieve que las que goza anualmente Estocolmo como
gran ciudad de cultura que es. Los delegados invitados, entre ellos los
representantes de la ciudades que serán capitales culturales en el año 2000,
nueve en total, acabaron ayer convencidos de que algo se les tendrá que ocurrir
para que la idea de la capitalidad cultural reviva al menos en el año del
milenio. El alcalde de Santiago de Compostela, una de las ciudades designadas
para ese año Xerardo Estévez está convencido de que en la ciudad Xacobea esto
no sólo es posible, sino que está asegurado.
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