Por HERMANN TERTSCH
El País, Buenos
Aires, 18.05.95
ENTREVISTA
CARLOS MENEM
PRESIDENTE DE ARGENTINA
A caballo del éxito de sus reformas económicas, el abogado
peronista Carlos Menem ha vuelto a ganar las elecciones presidenciales en
Argentina a los 64 años. Estos logros, sin embargo, parecen empañarse por las
recientes confesiones sobre los miles de desaparecidos durante la guerra sucia
y la represión, que él achaca a un claro oportunismo político ante los
comicios.
El reelegido presidente advierte que estuvo proscrito 25
años en su país, de los cuales permaneció cinco en prisión, tras el golpe
militar de 1976. Nada más comenzar su nuevo mandato revisa el saldo positivo de
su gestión.
Pregunta. ¿Cuál es el balance de su pasado Gobierno?
Respuesta. Hemos hecho una reforma del Estado inédita en esta parte del mundo. Después de seis años de Gobierno, tras un proceso hiperinflacionario allá por 1990, el levantamiento de un sector de las Fuerzas Armadas y el desgaste enorme que significa este proceso de transformación, el pasado domingo tuvimos elecciones, y el justicialismo, el partido gobernante, ha superado los índices de aceptación de 1989: estamos prácticamente en un 50% de los votos. Hemos acometido la reinserción de Argentina en el mundo. Nuestros cascos azules actúan de forma efectiva en Croacia, en Chipre, en Kuwait, en Haití, para mantener la paz. Y Mercosur es un proceso de integración que marcha muy bien. Hay una unión aduanera. Prácticamente, un sistema de integración que hemos tomado a imagen y semejanza de la Unión Europea.
P. ¿Cuáles son sus mayores retos tras la victoria en la presidencia y en las dos Cámaras?
Pregunta. ¿Cuál es el balance de su pasado Gobierno?
Respuesta. Hemos hecho una reforma del Estado inédita en esta parte del mundo. Después de seis años de Gobierno, tras un proceso hiperinflacionario allá por 1990, el levantamiento de un sector de las Fuerzas Armadas y el desgaste enorme que significa este proceso de transformación, el pasado domingo tuvimos elecciones, y el justicialismo, el partido gobernante, ha superado los índices de aceptación de 1989: estamos prácticamente en un 50% de los votos. Hemos acometido la reinserción de Argentina en el mundo. Nuestros cascos azules actúan de forma efectiva en Croacia, en Chipre, en Kuwait, en Haití, para mantener la paz. Y Mercosur es un proceso de integración que marcha muy bien. Hay una unión aduanera. Prácticamente, un sistema de integración que hemos tomado a imagen y semejanza de la Unión Europea.
P. ¿Cuáles son sus mayores retos tras la victoria en la presidencia y en las dos Cámaras?
R. Los problemas de Argentina no son mayores que en los
países de Europa. España, con un número significativo de parados; Francia, con
un nivel similar al nuestro; Italia, Alemania. Vamos a enfrentar con énfasis el
tema de la desocupación, el tema social. Tenemos un 12% de desocupación; para
nosotros es una cifra elevada y por eso hemos elaborado ya un plan quinquenal,
con una inversión de cerca de 80.000 millones de dólares (10 billones de
pesetas) en los próximos cuatro años que nos dará la posibilidad de crear
330.000 puestos de trabajo por año. Vamos a reactivar la construcción de
viviendas. Esto significa un vastísimo plan de obras públicas; en fin, una
infraestructura ecológica argentina. Los recursos están, los recursos existen,
pero reitero, con una ventaja innegable que es una estabilidad que dura ya casi
cinco años y una paridad cambiaria. En 1989, Argentina tenía un índice de
pobreza de un 37% en el cual se incluía un 9% de personas que vivían en la
miseria. En este momento el índice de pobreza no supera el 11%, con un 2% de
marginales. En Argentina hay más producción, más consumo, hay un crecimiento
impresionante, hemos crecido un 32% en los últimos cuatro años y esto nos pone
a la cabeza de los países del mundo occidental, y en tercer lugar en el mundo
después de China y Tailandia, creo, en lo que hace al crecimiento, es decir, al
producto interior bruto (PIB).
P. Los logros en el campo económico han sido notables,
¿qué queda del peronismo hoy?
R. Yo creo que el Partido Justicialista jamás fue una
religión. Ésa es la apreciación que se tuvo en una época muy dura para la
República Argentina; no nos olvidemos que cuando nació el justicialismo, en
1945, ya se habían dado una serie de movimientos a partir de 1943, y éramos uno
de los pocos países del mundo que no había declarado la guerra al Eje, es decir,
a Alemania, a Italia y a Japón. Desde ese momento, el justicialismo fue tachado
de nazismo o fascismo. Pero en 1946 el justicialismo ganó las elecciones,
reformó la Constitución en 1949 y ganó las elecciones en 1952. Luego vino el
golpe de 1955, volvió al Gobierno en 1973, y hubo otro golpe en 1976. Esto
sirvió de experiencia, al menos para este presidente, para visualizar los
principios doctrinarios de un partido político, de un movimiento, y no de una
religión. De todos modos, éste es un partido totalmente cambiado, que se
modernizó y que cambió la historia de Argentina hasta llevarla a la posición
actual. Hemos conseguido, por fin, que el poder militar se subordine al poder
civil y, en el marco de esa paz a la cual hice referencia, hemos llevado a cabo
el proceso de transformación. Los resultados están a la vista.
P. ¿Cómo se explica la actitud demasiado crítica de la
prensa sobre su persona?
R. He dicho que los corresponsales extranjeros, no todos,
sino algunos, muchas veces sin hacer las investigaciones de rigor, informan en
base a lo que informan los medios locales, y bien sabemos que acá la prensa
tiene sus intereses. Nunca en la historia de Argentina hubo tanta libertad de
prensa, de opinión sin censura previa, como actualmente. El Estado tiene tan sólo
un canal de televisión y una radio. Nada más, lo demás está en manos del sector
privado.
P. ¿Creía usted que después de la amnistía que dictó hace
cinco años el debate sobre la guerra sucia iba a volver a empezar?
R. Yo no dicté ninguna amnistía. Lo que hice fue, en
base a una disposición constitucional que me autoriza, dictar indultos que es
una cosa totalmente distinta, a muchos de los personajes que intervinieron en
esta denominada guerra sucia, que ocurrió cuando yo estaba en la cárcel. Lo que
ocurre es que, a través de algunas actitudes un tanto de picardía de algunos
medios, al final parecía que yo pasaba del papel de víctima, con cinco años de
cárcel, al papel de victimario. Era una situación donde yo nada tuve que ver,
pero de todos modos, ha habido confesiones sobre la guerra sucia con un claro
oportunismo político porque después de 20 años y justo antes de un proceso
electoral, surgió un señor haciendo confesiones que, dicho sea de paso, bien
podría haber hecho después de que se dictaran esas leyes.
P. ¿Ha habido graves tensiones sobre la estabilidad
económica argentina?
R. Aquí se sintieron también como en varias partes del mundo,
los efectos de la crisis mexicana, lo que se ha dado en llamar efecto
tequila. Pero lo hemos superado precisamente por la confianza del resto
del mundo en Argentina. Inmediatamente, los organismos internacionales salieron
a darnos su apoyo para superar la situación. Y actualmente estamos
recomponiendo todo el tejido financiero para reactivar rápidamente la economía.
P. Entonces, según lo que usted dice, la crisis ha
terminado.
R. No, yo no le estoy diciendo que ha terminado, sino que
hemos superado la crisis. Vamos a continuar con el proceso de privatizaciones,
y al final de este año vamos a tener una inflación no superior al 3,5%. Y no
olvidemos que heredamos el país con un inflación del 5.000% anual.
P. La convertibilidad es la base de su política económica,
de la estabilidad monetaria y del tipo de cambio. ¿Cree usted que esta medida
se puede mantener?
R. Al menos, mientras yo esté en el Gobierno. Esta pregunta
ya me la hicieron cuando sacamos la ley de convertibilidad y establecimos el
tipo de cambio uno a uno [un dólar por un peso]. Lleva ya cinco años y siempre me
hacen la misma pregunta. Va a continuar. Y va continuar por lo menos por cuatro
años y medio más, que son los que me quedan por gobernar.
P. ¿Se hicieron todas las investigaciones referentes a la
guerra sucia?
R. Se han hecho todas las investigaciones del caso,
pero el último presidente militar en Argentina dispuso que se quemase toda la
documentación. Aun es más, con posterioridad al Gobierno de Raúl Alfonsín se
hicieron las investigaciones de rigor inclusive con la participación de
conocidos intelectuales; se hizo un libro, Nunca más, con la lista de
los desaparecidos -son como 9.000-, y todo el mundo pensaba que esta historia
ya había terminado, pero con lo que ha ocurrido últimamente se reabre una serie
de situaciones que están siendo investigadas.
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