Por HERMANN TERTSCH
El País, Osijek,
07.09.91
EL CONFLICTO BALCÁNICO
Las campanas de la catedral de Osijek comenzaron a doblar a
las cinco de la madrugada. Un valiente capellán las había puesto en movimiento.
Parecía querer responder a las granadas que estallaban sobre su tejado y la
torre principal. Un total de 10 granadas de mortero cayeron sobre la catedral
católica, sembrando de escombros de piedra tallada la plaza central de la
ciudad. Horas después, bajo un sol radiante, cientos de personas observaban los
daños causados por el Ejército federal a la iglesia en represalia, según el
mando militar, por disparos realizados por desconocidos contra el cuartel en un
momento no determinado del día de ayer. Puede que sospecharan del capellán.
Los únicos disparos que sonaron en la tarde del jueves en el
cuartel federal de Osijek fueron realizados dentro del recinto en un
enfrentamiento entre la guardia y 25 soldados que intentaron, con éxito
finalmente, desertar. Un oficial serbio y un soldado esloveno, miembro del
grupo de desertores, fueron ingresados en el hospital.
La mañana de ayer fue de calma en Osijek, ya que se esperaba
una delegación de la CE. El Ejército asegura a la CE, y a quien aún le escucha,
que las más de un centenar de bombas caídas sobre el centro urbano -en la
catedral, el hospital, el hotel Royal y viviendas- tenían como objetivo repeler
un ataque del que había sido objeto.
Las ancianas que pasaron toda la noche del jueves al viernes
en el refugio habilitado en los sótanos del hotel Osijek no entienden cómo
medios occidentales siguen creyendo y citando a la agencia Tanjug, con un
brillante pasado en el periodismo de la posguerra pero convertida hoy en
altavoz de la intoxicación del régimen serbio de Slobodan Milosevic. La agencia
oficial croata también miente en favor de Zagreb, pero nadie la toma demasiado
en serio.
Los observadores de la Comunidad Europea no parecen
percatarse de que son objeto de una burla sangrienta. El Ejército participa
activamente en la estrategia declarada de la guerrilla serbia de "expulsar
a bombazos" a los croatas de Osijek.
El presidente serbio ya se encargaría después de presentar
estos hechos consumados en una hipotética conferencia de paz en caso de que
ésta llegue a celebrarse algún día. La CE parece presa de la ilusoria
convicción de que sus interlocutores en Yugoslavia actúan con los buenos modos
que se han hecho habituales en la Europa occidental desde el final de la II
Guerra.
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