Por HERMANN TERTSCH
El País, Copenhague,
29.09.2000
Un 53,1% de los daneses desoye la voz de la clase política y
se opone a la moneda única europea
Los daneses rechazaron ayer la adhesión de su país al euro
en una decisión que, rememorando y repitiendo su célebre no al Tratado de
Maastricht en 1992, sume a la Unión Europea y especialmente a la moneda común
en una situación de seria dificultad e imprevisibles consecuencias. El pequeño
miembro díscolo de la familia europea volvió ayer a sus fueros para negarse
rotundamente a lo que su Gobierno y la Unión Europea les recomendaban. Cuando
aún por la mañana, el primer ministro socialdemócrata Poul Nyrup Rasmussen
manifestaba ante las cámaras y ante los primeros datos que estaba
"preocupado, francamente preocupado", aún no conocía el peso de las
razones que tenía para ello.
El peso de los sondeos
Por la noche, consciente ya de su tremenda derrota y
visiblemente emocionado, Rasmussen decía que asumía la responsabilidad de la
derrota y no ocultaba el fracaso propio, de su partido y de todos los
partidarios de que Dinamarca estuviera plenamente integrada en los foros
europeos en los que, en todo caso, se tomarían decisiones que afectan al país.
"Pero que quede claro que no damos la espalda a Europa. No hemos
dicho no a la ampliación ni no a la cooperación". El
supuesto empate técnico que se había sugerido en los días previos se tornó ayer
una sólida victoria de los adversarios del euro. Al final del escrutinio
cristalizaba el resultado cruel para los europeístas del 53,1% en contra, y el
46,9% a favor. La participación fue espectacular, casi del 90% de los votos.
Todos, incluso los humillados como Rasmussen, se mostraban orgullosos del nivel
de participación que demuestra la sociedad danesa. "Tenemos por ello el
respeto del mundo", dijo el primer ministro.
Los partidarios del no son una alianza variopinta,
con motivaciones diferentes y situados tanto en la izquierda moderada
euroescéptica y la radical antiglobalización como en la derecha nacionalista
pero en todo caso capaz de vencer en las urnas a los defensores de la adhesión
a la moneda, que eran liderados por más del 80% de la clase política,
sindicatos, patronal y prácticamente la totalidad de los medios de comunicación.
Un fenómeno que puede ser preocupante a medio plazo es la
facilidad con la que la líder del Partido Popular Danés, populista
ultraderechista, Pia Kjaersgaard, un personaje que evoca inquietantemente al
austriaco Jörg Haider , se hizo con el protagonismo y el liderazgo de la
victoria del no a la que han aportado tanto o más los socialistas de
izquierda del Partido Socialista Popular.
Aunque los partidos mayoritarios en el Parlamento ya habían
dejado claro que el resultado del referéndum no tendría ningún efecto sobre la
política interior y la pugna interpartidaria, el estrepitoso fracaso del
Gobierno y de la oposición conservadora en convencer a la población de la
necesidad de una adhesión al euro para incorporarse plenamente al proceso de
unión europea difícilmente quedará sin consecuencias. El miedo a la pérdida de
identidad y soberanía por parte de la población de este pequeño país y el
terror a un Estado europeo centralizado en Bruselas han sido, según todos los
políticos, las motivaciones mayores de la gran movilización lograda por los
adversarios a la moneda europea.
Las consecuencias de este resultado, con ser profundas en
Dinamarca, son sin embargo mucho más evidentes en lo que respecta a los dos
países, el Reino Unido y Suecia, que se aprestaban a celebrar también una
consulta popular sobre su incorporación a la moneda europea. Si Dinamarca se
despedía ayer por varios años al menos de su incorporación al euro, en Londres
y Estocolmo los Gobiernos recibieron ayer una grave advertencia del problema que
se pueden crear si tienen el valor de convocar una consulta semejante.
A las 12 de la mañana, el voto negativo aventajaba al
positivo en casi cinco puntos. A las cuatro era algo mayor. Pero a partir de
entonces la diferencia se fue reduciendo y era de pocas décimas de punto a las
siete, una hora antes del cierre de los colegios electorales. Parecía que la
tendencia se invertía. Hasta última hora mantuvieron las esperanzas los
partidarios del sí. Pero el recuento fue implacable. La decisión de
autorizar -o no prohibir- la emisión de los resultados de los sondeos a pie de
urna ha sido muy controvertida. En todo caso, no sirvió finalmente al Gobierno
y a los partidarios del euro. El resultado de ayer tendrá consecuencias, más
allá de Copenhague y los mercados. El jefe de filas de los partidarios
del no, Holger K. Nielsen, presidente del Partido socialista del
Pueblo, acusó ayer a Rasmussen de haber hecho "una apuesta
peligrosa". "Ha querido este referéndum a pesar de nuestras
advertencias contra esa consulta", dijo Nielsen en televisión.
El primer ministro sueco, Göran Persson, por su parte,
declaró ayer que este referéndum tendrá su influencia en "el debate
interno en Suecia".
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