Por HERMANN TERTSCH
El País Lunes,
13.08.01
REPORTAJE
Hoy hace 40 años que comenzó a construirse el Muro de
Berlín, símbolo de la división de Europa
Hace hoy 40 años que Alemania Oriental cerraba todo paso a
Berlín oeste y comenzaba la construcción del muro, hoy ya triste historia. Era
la una en punto de la madrugada del domingo 13 de agosto de 1961. El
responsable máximo de aquella acción nocturna y muy premeditada, Erich
Honecker, secretario de Seguridad del Partido Socialista Unificado de Alemania
(SED), estaba decidido a aplicar las virtudes prusianas de la puntualidad total
a la Operación Rosa, que el jefe del partido, Walter Ulbricht, le había
encomendado. Soldados y obreros llegaban en centenares de camiones a Berlín con
una misión sin precedentes: romper en dos partes incomunicadas una gran ciudad
europea. Se hizo con prontitud, efectividad y la violencia requerida. Fue un
éxito para Honecker y una inmensa tragedia para Alemania y Europa. Sobre todo
para quienes vieron cómo sus seres queridos y los escenarios de su memoria
quedaban tapados por un muro gris de hormigón que crecía con los años. También
fue la declaración de ruina para quienes soñaban todavía con el socialismo real
en libertad.
Aún un par de horas antes de comenzar la Operación Rosa no
sabían nada de la labor que les iba a ser encomendada de inmediato los miembros
de las milicias obreras (los grupos armados del partido comunista), los vopos (la
Volkspolizei, policía popular), los cuadros medios del Ejército popular y de
las tropas soviéticas estacionadas en la República Democrática Alemana y en el
sector soviético de Berlín. Cierto que desde principios de verano circulaban
rumores sobre medidas drásticas que supuestamente preparaba el régimen
comunista de Alemania Oriental para acabar con la masiva huida de su población
hacia Occidente. La frontera entre las dos Alemanias ya estaba cerrada, pero
Berlín era hasta entonces ciudad abierta, debido al estatus especial acordado
por las cuatro potencias vencedoras del nazismo en la II Guerra Mundial. Se
había convertido en una gran herida abierta por la que el Estado comunista
alemán se desangraba.
Unos tres millones habían utilizado Berlín en los diez años
precedentes para dar la espalda al autodenominado 'paraíso de los
trabajadores'. Casi 200.000 sólo en 1960. Primero se fueron los empresarios;
después, los ingenieros y profesionales; después, los técnicos, y, una vez
conocido el carácter del régimen después del aplastamiento de la rebelión
obrera del 17 de junio de 1953, huían también los obreros. 'El último en irse,
que apague la luz', decían los berlineses.
En la primavera de 1961, políticos, espías y analistas de
los dos bloques en los que la guerra fría había dividido Europa sabían ya que
la RDA era un proyecto inviable con una frontera abierta a Occidente. Aquel
Estado nunca fue la solución ideal para Moscú por mucho que elogiara los
supuestos éxitos de Walter Ulbricht, Wilhelm Pieck, o Erich Honecker, después.
Todos aquellos comunistas alemanes que habían sobrevivido a las purgas de
Stalin eran considerados por el Kremlin como fanariotas con exceso de celo
recaudatorio de poder. Stalin había propuesto años antes una reunificación
alemana bajo la condición de su neutralización, opción rechazada por Bonn
y Washington.
Eso había sido ya después del primer pulso entre los bloques
que tuvo por escenario Berlín. Cuando en 1948 Stalin manda bloquear las rutas
de suministro a Berlín oeste desde Alemania occidental, EE UU organiza el mayor
puente aéreo de suministro de la historia y lleva alimentos, combustibles y
bienes de consumo e industriales a la ciudad. Berlín era el epicentro de ese
terremoto de presiones, secuestros, espionaje, asesinatos, diplomacia falaz y
amenazas de destrucción total mutua que fue la guerra fría.
Honecker cumplió con eficacia el 13 de agosto de 1961.
Durante meses había estado Ulbricht mendigando una solución así en Moscú. Pero
Nikita Jruschov no se decidía y los otros regímenes comunistas consideraban la
construcción del muro como un grave revés para su imagen ante sus propias
poblaciones.
Al final, la votación con los pies de los
trabajadores en contra del régimen comunista, su huida sistemática hacia
Occidente, puso al Kremlin ante un dilema atroz. Sin la medida de fuerza que
pedían sus preocupados lacayos en Berlín Este, Alemania oriental sería pronto
un páramo habitado por poco más que los soldados soviéticos allí estacionados.
El colapso de la RDA podía provocar una insurrección en Polonia o en Hungría,
dos países que ya habían demostrado en 1956 con mucha sangre que su vocación
como pueblo estaba muy lejos de los designios de Moscú. Por primera vez desde
1917 el socialismo habría perdido y no ganado territorio. Muchos pueblos
aplastados habrían pensado lo hasta entonces impensable: que la implantación de
una dictadura comunista era reversible. Habrían de pasar veinte años para que
tras el desastre de Afganistán y la revolución democrática de Polonia bajo
Solidaridad demostrara que aquello impensable era posible.
Milicias obreras, vopos, Ejército y policía
secreta ocuparon en unas horas a partir de la una de la mañana los cruces,
calles, estaciones de metro y suburbano, que comunicaban el sector soviético
con Berlín Oeste. Unidades especiales comenzaron a patrullar las alcantarillas
y las redes de túneles y búnkeres de la guerra pasada. La gente huía por donde
podía. Murieron centenares intentándolo. Muchas son aún muertes anónimas. La
RDA pasó 28 años construyendo el muro, gastando dinero que no tenía en
dispositivos de vigilancia y minas, en mentiras para convencer al mundo de que
un muro para impedir salir a su gente era una muralla de protección contra el
enemigo. Pero la información comenzó a saltar muros en los setenta y veinte
años más tarde, aliados de la RDA decidieron abrir sus fronteras al mundo. Una
nueva votación por pies de los alemanes orientales selló la suerte
entonces, también en agosto, en 1989, del mayor símbolo de represión jamás
construido. Y del régimen que lo construyó.
Una escena de la construcción del Muro de Berlín, el 13 de
agosto de 1961. ASSOCIATED PRESS
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