Por HERMANN TERTSCH
El País Jueves,
11.01.01
EL 'SÍNDROME DE LOS BALCANES'
Hay quienes se frotan las manos ante la relación causa-efecto que se ha establecido vertiginosamente en la opinión pública europea entre
el uso de munición anticarro con uranio empobrecido en Kosovo y la muerte por
diversos tipos de cáncer a lo largo de los últimos años de soldados de
ejércitos de varios países que participaron en misiones de pacificación en los
Balcanes. Familiares en toda Europa llaman aterrorizados a los teléfonos de
información instalados por sus ejércitos. El señor Romano Prodi, presidente de
la Comisión Europea, intenta salir de sus horas bajas de popularidad asustando
un poco más a todo el mundo con su demagogia, sin esperar a saber nada más que
la noticia de que ocho soldados italianos que en algún momento estuvieron entre
las decenas de miles que sirvieron en los Balcanes han enfermado. Y algunos
Gobiernos reaccionan a la histeria generando más con sus declaraciones y
propuestas populistas ante el supuesto síndrome.
Por supuesto que hay que investigar las causas de las
enfermedades de todos estos soldados, por supuesto que hay que hacer pruebas a
sus compañeros que creen tener síntomas relacionables, esclarecer si hay
vínculos con el uso de dicha munición y en caso de que así fuera, prohibir su
uso. Pero nada de esto se ha hecho. Por el contrario, científicos en todos los
países afectados, en base a los datos existentes, niegan dicha relación.
Pero eso parece dar igual. Antes de que se haya determinado
vínculo alguno entre una cosa y otra, políticos y medios de comunicación
parecen sentirse obligados a seguir generando alarma entre sus opiniones
públicas para que éstas los obliguen a su vez a iniciativas cada vez más
improvisadas y cada vez más irresponsables. Aquí, la inefable dirección de
Izquierda Unida pide la retirada inmediata de todos los soldados desplegados en
Kosovo, gran gesto de solidaridad internacionalista con aquellos pueblos que
reciben protección y ayuda de nuestras tropas.
En otros países, los propios Gobiernos se lanzan a la
piscina exigiendo la inmediata prohibición de unas armas que, salvo novedades
espectaculares, no parecen ser mucho más letales que otras. La exigencia la han
hecho, por supuesto sin más argumentos que recortes de prensa, por lo que el
rechazo a la misma por parte de la OTAN y de EEUU en particular estaba cantada.
Tanto como la tensión transatlántica gratuita que ha generado.
Todos señalan a EEUU como los malos de esta película. Sin
duda lo son y fueron en muchas. Pero los europeos estaban avisados sobre el uso
de esta munición. Unos solo tratan de escurrir el bulto. Otros ven ahora la
gran oportunidad para revitalizar un antiamericanismo que quedó magullado tras
la derrota de Milosevic y su posterior caída. Sin el despliegue norteamericano
y sus armas, los europeos asistirían aun a las operaciones triunfales del
matarife de los Balcanes. Éste no estaría, como de hecho está ya, aunque haya
quien lo lamente, en el umbral de la sala de juicios del Tribunal Internacional
para crímenes de guerra. La solidaridad transatlántica garantizada por
intereses comunes acabó con la caída del muro de Berlín. Bill Clinton la
mantuvo pero hay dudas de que su sucesor haga otro tanto. Y Europa la necesita.
Por mucho tiempo. Por eso sería de desear mayor responsabilidad por parte de
todos.
Investíguense las causas de las muertes de unos hombres que
sirvieron a la paz de los Balcanes y de Europa y que merecen nuestro
agradecimiento y recuerdo. Investíguese cual es la situación de la población
civil en la región. Pero es un insulto a la inteligencia y una amenaza para la
seguridad europea esta histeria que favorece a quienes quieren abrir la brecha
entre EE UU y Europa y que, de tener éxito, ayudarían -¡vaya paradoja!- a una
administración Bush, deseosa de irse de Kosovo al menor pretexto. Aunque
estallara tres días después otra guerra. Que los políticos sean tan
irresponsables como para participar en la ceremonia de la confusión resulta
pavoroso. Dicen que Bush es un político mediocre. Está claro que no es el
único.
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