Por HERMANN TERTSCH
El País, Belgrado,
04.11.2000
El jefe de la policía política de Slobodan Milosevic, Rade
Markovic, seguía ayer sin dimitir. No obstante, las reformas avanzan en
Belgrado, pese a las inmensas resistencias de algunos. El Gobierno federal está
ya listo para asumir sus cargos e iniciar sus tareas. Al mismo tiempo, está ya
preparada una ley de amnistía para los perseguidos por el régimen de Milosevic.
Según miembros del futuro Gobierno, el jefe de la policía
política, Markovic, no dimite "por puro miedo a enfrentarse a un
procesamiento por los supuestos delitos que ha cometido". No son pocos los
miembros del aparato del régimen de Milosevic que siguen intentando
negociar su impunidad antes de dejar los cargos, aunque sepan que sus días en
éstos están contados. Los avances en lo que medios diplomáticos llaman "el
proceso correcto además de irreversible" ganan terreno día a día. Por
primera vez en muchos años los serbios vuelven a sentir satisfacciones morales
como sociedad. Así, han recibido como una gratificación y alivio el ingreso de
su Estado, aún bajo el nombre de Yugoslavia, en la ONU. Esto supone todo un
símbolo de la ruptura con una década de aislamiento. Además, ya está preparada
una ley de amnistía, que beneficiará a todos aquellos perseguidos por el
régimen de Milosevic, pero no afectará a los casos ahora puestos en marcha por
supuestos crímenes de guerra, asesinatos políticos y delitos económicos, que han
proliferado bajo el manto protector del presidente depuesto. Éstos no sólo no
gozarán de amnistía, sino que se hace cada vez más evidente que la impunidad
que se prometían va a ser imposible. Desertores y otros encarcelados o
represaliados por el régimen depuesto serán puestos en libertad o podrán
regresar de sus diversos lugares de exilio en pocas semanas. Pronto se espera
también la liberación de los albaneses que quedan en las prisiones serbias.
El Gobierno federal yugoslavo, que dirigirá de forma interina
(se supone que hasta el próximo verano o todo lo más hasta otoño) los asuntos
puntuales de la federación serbio-montenegrina, está listo. La coalición
gubernamental de excepción entre la Oposición Democrática de Serbia (DOS), el
Movimiento para la Renovación Serbia y el Partido Popular Socialista (SNP),
dirigido por el socialista Zoran Zizic, tendrá como viceprimer ministro a
Miroljub Labus, un destacado economista del grupo independiente G-17, que en
realidad controlará las tres carteras técnicas que han sido otorgadas al
Partido Socialista.
Entre las grandes novedades de este Gobierno se halla el
nombramiento del joven Goran Svilanovic, de 37 años, miembro de la Alianza
Cívica de Serbia, como ministro de Asuntos Exteriores. Sus máximas prioridades
habrán de ser la incorporación de Yugoslavia a los organismos internacionales y
la normalización de las relaciones con los estados vecinos, con los que hace
apenas un lustro Serbia se hallaba en guerra. Las negociaciones sobre la
sucesión en cuestiones de propiedad de la antigua Yugoslavia también se pondrán
en marcha tras 10 años en los que Milosevic siempre quiso erigirse en único
sucesor de la extinta Yugoslavia. Las otras asignaturas pendientes son la
regularización de las relaciones con Montenegro y el comienzo a medio plazo
todo lo más del diálogo con las autoridades albanesas de Kosovo. Los retos son
grandes pero, por primera vez en muchos años, también lo son las esperanzas.
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