Por HERMANN TERTSCH
El País Domingo,
26.11.2000
REPORTAJE
Una eventual oleada de refugiados y guerrilleros procedentes
de Colombia, en huida hacia la zona panameña de Darien, provocaría una
situación gravísima, que fácilmente algunos utilizarían en Panamá como pretexto
para defender la necesidad de un retorno del Ejército de Estados Unidos. Panamá
vive del canal -de la consignación de buques-, de la intangibilidad fiscal para
las empresas extranjeras y del movimiento de dinero, en gran parte procedente
de ese narcotráfico. "Esta ciudad es ante todo eso, una inmensa lavandería", admite
un diplomático europeo, un lugar donde los beneficios procedentes de la droga
adquieren cierta respetabilidad para su posterior curso legal.
Un aumento de la inestabilidad en la zona supondría el
derrumbe de muchos de estos negocios. "Nada hay más asustadizo que el
dólar estadounidense", recuerda Daniel Delgado. Si éste huye y la guerra
salta las fronteras, el panorama general podría pronto ser una pesadilla.
Hay buenas noticias en algunos frentes de aquella maltratada área. Magníficos hoteles en las zonas selváticas junto al canal atraen a
viajeros de todo el mundo, antiguos cuarteles y residencias de oficiales
estadounidenses sirven hoy a la población panameña para alojar a su población y
crear una incipiente industria del turismo.
El canal funciona bajo autoridad panameña tan bien o mejor
que bajo la estadounidense como atestiguan las compañías marítimas. Y ha
desaparecido una rémora colonialista, que era una afrenta política y
sentimental para toda Latinoamérica.
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