Por HERMANN TERTSCH
El País, Belgrado,
05.11.2000
ENTREVISTA
VOJISLAV KOSTUNICA | PRESIDENTE DE YUGOSLAVIA
El nuevo presidente yugoslavo explica en esta entrevista que
su prioridad es asentar las instituciones, y pone como ejemplo la transición
española. Sobre la situación económica de Serbia reclama la ayuda internacional
para "sobrevivir el invierno".
Mañana se cumple un mes de la segunda revolución de
terciopelo (tras la checa, que acabó en 1989 con décadas de comunismo); un
mes desde que el pueblo serbio se echara a la calle e impusiera el respeto a la
victoria en las urnas de la Oposición Democrática de Serbia (DOS), encabezada
por Vojislav Kostunica, de 56 años, y que Slobodan Milosevic le negaba. El
presidente yugoslavo recibió ayer a EL PAÍS en el Palacio de la Federación, un
edificio de salones inmensos, al más puro estilo estalinista. A Kostunica, un
jurista tranquilo, la propaganda de Milosevic sólo le encontró dos defectos con
el fin de desacreditarle: no tener hijos y ser dueño de dos gatos.
Pregunta. El proceso es irreversible, pero hay
resistencia. ¿Cuál le preocupa más?
Respuesta. Lo más difícil no es tanto la resistencia
del viejo sistema, sino el problema de crear uno nuevo. El régimen anterior
sólo era multipartidista en su fachada; en realidad funcionaba como un régimen
de partido único, con control absoluto de la policía, el Ejército y del aparato
del Estado. Ahora hay que establecer un sistema democrático y la responsabilidad
recae sobre personas cuya única experiencia está, si acaso, en los municipios.
Las cosas van más lentas de lo deseado, pero nuestra prioridad es una
transición pacífica; hay muchos agravios y resentimientos, por eso hay que
avanzar con cuidado. En este sentido, me inspiro en las experiencias de la
transición española o checoslovaca.
P. El 23 de diciembre habrá elecciones para el
Parlamento de Serbia y la victoria de la DOS parece asegurada; en el Gobierno
federal, que se forma hoy, gobernará hasta las elecciones federales, que,
previsiblemente, serán en verano u otoño. Pero la DOS está compuesta por 18
partidos unidos por la lucha contra Milosevic. ¿Aguantará?
R. Lo importante es que la coalición esté unida hasta
las elecciones de diciembre, y lo está y estará. Después ya se verá ante las
elecciones federales para las que, además, concurre otro factor, aún sin
aclarar, que es Montenegro. Pero la DOS no está compuesta por 18 partidos más
que nominalmente; en realidad, son tres o cuatro que más adelante se situarán
de una forma u otra en el espectro. En la actual situación no hay que mirar
demasiado lejos.
P. Miremos entonces al pasado. Después de lo sucedido,
muchos se preguntan en el mundo cómo, no ya la población más manipulable, sino
las élites serbias -los intelectuales de la Academia de Ciencias o los
procedentes del Grupo Praxis-, sucumbieron a la fiebre ultranacionalista
promovida por Milosevic y después mantuvieron su apoyo.
R. No creo que haya sido así. Hubo un momento en que
todas las élites políticas comunistas de las repúblicas yugoslavas utilizaron
las reivindicaciones nacionalistas. Ya antes de la II Guerra Mundial había
fuerzas que demandaban una reconsideración de Yugoslavia; después vino la
guerra con sus limpiezas étnicas, especialmente en Croacia; después
llegó [Josip Broz] Tito e impuso por la fuerza el lema de
"hermandad y unidad", pero en realidad gobernó siempre bajo el lema
de "divide y vencerás", tan bien expresado en la Constitución de
1974. Pero esto se hizo con la presunción de que Tito era inmortal. Cuando
murió, todos los problemas salieron a la luz y Milosevic demostró ser un gran
manipulador de los sentimientos y los agravios, como lo eran [Franjo] Tudjman
[en Croacia] y, en menor medida, Alia Izetbegovic [en Bosnia]. Milosevic jamás
tuvo mayoría, siempre gobernó comprando a los partidos de la supuesta
oposición.
P. Ha mencionado usted a Montenegro. Las relaciones de
Serbia con esta república y el asunto de Kosovo son las dos principales
cuestiones pendientes para la reorganización institucional y estatal. ¿No cree,
a la vista de la actual situación, que lo más realista sería partir de tres
Estados para afrontar después una posible confederación?
R. Eso, en el caso de Kosovo, sería la independencia.
Creo que son muchas las cuestiones que han de ser consideradas. Mientras que
los serbios y otras comunidades no albanesas no hayan regresado a Kosovo, no
podrá tomarse ninguna decisión al respecto; por eso habrá que esperar. Kosovo
seguirá siendo un protectorado durante un tiempo, hasta que la situación
permita una solución final. Pero hay otros factores, porque un Kosovo
independiente crearía de inmediato problemas en Macedonia con la población
albanesa. Habrá que buscar una fórmula que considere todos estos elementos.
P. ¿Va a entablar el diálogo con Ibrahim Rugova,
presidente de la Liga Democrática de Kosovo, que ha ganado las elecciones?
R. Nuestro interlocutor en Kosovo es, hoy por hoy, el
UNMIK (la fuerza de la ONU).
P. Ustedes heredan una economía en ruinas.
¿Cuáles son las prioridades y qué esperan de la ayuda internacional?
R. En
estos momentos lo que esperamos es ayuda para sobrevivir el invierno, dicho
llanamente. Nosotros queremos abrir la economía al mundo, reformarla y lograr
atraer la inversión extranjera. No pensamos en mantener a Yugoslavia
indefinidamente como dependiente de la recepción de la ayuda exterior. Tenemos
los recursos naturales y la potencia para que esto no sea necesario. Pero ahora
nos enfrentamos a dos procesos paralelos que son la democratización y la invernización, si
me permite esa palabra. La ruina de la economía se debe a tres factores:
primero, a la gestión del régimen anterior; después, a las sanciones
internacionales, y, finalmente, a la intervención de la OTAN.
P. La caída de Milosevic ha sido muy aplaudida. Usted
fue cálidamente recibido en Biarritz durante la cumbre de la Unión Europea
(UE), y por Jacques Chirac, que lidera la presidencia francesa de la Unión; se
ha entrevistado y fotografiado dando la mano a Javier Solana, que ha sido el
símbolo del mal para muchos serbios desde la intervención militar. ¿Cómo va el
proceso de normalización de relaciones con los países que participaron en ella?
R. Por supuesto que habrá normalización; nos queremos
abrir al mundo y pronto afrontaremos el restablecimiento de relaciones
diplomáticas con los países con los que se rompieron cuando se produjo el
ataque. Aunque es evidente que seguirá habiendo problemas durante un tiempo,
porque las heridas aquí están aún muy frescas. Está claro que el principal
culpable de lo que pasó es Milosevic, pero la OTAN podía haber evitado la
intervención, y como poderosa alianza de 19 países tiene la mayor
responsabilidad de que ésta se produjera. Había otras opciones, como muchos
comienzan a reconocer en los países participantes. Tengo la impresión de que
hay cierta tendencia a querer olvidar lo ocurrido. Pero en todo caso, mi visión
de la política exterior a seguir es más plural que la que han tenido otros
países en su transición; algunos, como el presidente checo, Vaclav Havel,
tenían la máxima prioridad en el ingreso de su país en la OTAN; los hay que
creen en una relación de máxima prioridad con Estados Unidos. Yo creo que
nuestra política debe ser plural y equilibrada con los países de la Unión
Europea, con Rusia y con todos. Somos el occidente del este y el oriente del
oeste.
P. La pregunta inevitable, presidente: ¿cómo se van a
depurar las responsabilidades? Han aparecido las pruebas de los crímenes
cometidos, aquí, contra ciudadanos serbios; en La Haya, el general serbio Radislav
Krstic ha reconocido parcialmente su culpabilidad en Srebrenica, y Croacia está
entregando a sus ciudadanos acusados por el Tribunal Penal Internacional. ¿Qué
piensa hacer con los acusados, especialmente con Milosevic?
R. La verdad es que la suerte de Milosevic no está
entre mis prioridades actuales; además, sigo creyendo que, en la cuestión de la
guerra de Yugoslavia, el tribunal de La Haya ha demostrado cierto sesgo; pero
también es cierto que el tribunal es consecuencia de los acuerdos de Dayton y
que Milosevic los firmó, luego creo que va a ser inevitable que tengamos algún
tipo de cooperación con el tribunal de La Haya. Sin duda, es inevitable que
Milosevic asuma responsabilidades; empezó a hacerlo cuando perdió el poder.
Pero también habrá de hacerlo por intentar negar la voluntad al pueblo serbio
tras las elecciones del 23 de septiembre. Y para mí es prioritario que responda
ante el pueblo serbio.
P. ¿Y otros, como el jefe de la seguridad del Estado,
Rade Markovic, acusado de asesinar a un periodista y que sigue en su puesto?
R. Muchos exigen más rapidez, también en el caso de
[jefe del Ejército, Nebojsa] Pavkovic, pero yo me hago la siguiente
consideración: ¿supone Markovic hoy un peligro para la transición democrática?
La respuesta es no. ¿Puede su destitución inmediata crearnos algún tipo de
problemas? La respuesta es quizás. Este caso, como el de los militares, también
será resuelto en su momento, de eso no hay duda. Pero nuestra máxima prioridad
hoy es afianzar las instituciones, la estabilidad del Estado. Y es mejor
posponer todo aquello que pueda entorpecer nuestra labor. Cuando estén
consolidadas las instituciones se hará lo necesario.
P. Dijo usted que se irá en cuanto estén consumadas las
reformas estatales y ha hablado del plazo de año y medio. ¿Sigue pensándolo?
R. Es lo que pensaba. Mi máximo objetivo está en
consumar la transición y confirmar la estabilidad de las instituciones en
Serbia y las federales. Pero la transición depende en gran parte de cuál va a
ser la solución para la constitución federal. La actual es inaceptable tanto
para Montenegro como para Serbia. Y no podemos esperar cuatro años para
cambiarla. El problema está en que [Milo] Djukanovic [el presidente de
Montenegro] y su partido actúan como si no hubiera cambiado nada. Hay que
buscar una solución que puede pasar por un referéndum. Si los montenegrinos
votan a favor de la independencia, nadie en Serbia la evitará. Creo que el
acuerdo es posible.
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