jueves, 4 de mayo de 2017

KOSTUNICA ACELERA LA TRANSICIÓN Y COMIENZA LA LIMPIEZA DEL ‘APARATO’ DEL ESTADO SERBIO

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Belgrado, 02.11.2000

La transición democrática en Serbia comienza a acelerarse en el terreno en el que se considera más urgente una clara voluntad de ruptura con las prácticas del régimen del ex presidente Slobodan Milosevic: la defensa de los derechos humanos y la persecución de los crímenes cometidos durante la pasada década. Como un respaldo internacional a este difícil proceso, la Asamblea General de la ONU admitió ayer a Yugoslavia como miembro, después de su expulsión en 1992, tras las agresiones bélicas a sus antiguos hermanos en la república.

Apoyo exterior
La admisión de Yugoslavia en la ONU ocurre solo cinco días después de que así lo solicitase el nuevo presidente del país, Vojislav Kostunica. La resolución no tuvo que ser votada, ya que contó con el acuerdo de todos los países que integran la Asamblea, incluidos los que formaban la antigua Yugoslavia: Croacia, Bosnia-Herzegovina, Eslovenia y Macedonia. Las esperanzas de los principales responsables de los crímenes cometidos de negociar su impunidad con las nuevas autoridades se evaporan a mayor velocidad de lo esperado. El anuncio por parte de Kostunica, de que el Tribunal Penal Internacional para los crímenes cometidos en la ex Yugoslavia va a abrir en Belgrado una oficina permanente para el seguimiento de los casos pendientes es tan sólo un aviso más para Milosevic y todos aquellos perseguidos por esta corte internacional instaurada por Naciones Unidas.
Aunque Kostunica aseguró durante la campaña electoral que no entregaría a Milosevic al Tribunal Penal Internacional (TPI), en los últimos días se multiplican los gestos de una creciente disposición del nuevo poder a cooperar con La Haya. Esto no solo reforzaría la voluntad de cooperación de la comunidad internacional, sino que supondría un definitivo punto de inflexión en las relaciones de Serbia con Occidente como lo supuso la entrega de criminales de guerra croatas al TPI por parte del Gobierno democrático de Croacia que sucedió al autócrata Franjo Tudjman.
Pero los últimos hechos apuntan a que también otros que no figuran en las listas del Tribunal de La Haya habrán de responder por sus hechos. Documentos hechos públicos ayer, que implican al jefe de la seguridad del Estado, Radomir Markovic, en la muerte del periodista Slavko Curuvija han dado ya pie a una denuncia. Los documentos no dejan lugar a dudas de que fue el propio Markovic el que organizó el seguimiento de Curuvija el día de su muerte y ordenó a sus hombres que se retiraran momentos antes de que tres desconocidos lo asesinaran. Por otra parte, el jefe del Estado Mayor del Ejército yugoslavo, Nebojsa Pavkovic, reconoció ayer en una entrevista al diario Politika que en la noche del 5 al 6 de octubre recibió una lista con 40 nombres de dirigentes de la oposición a detener y que entre ellos había seis marcados a mano, en lo que sugería un tratamiento distinto que se interpreta como una orden de ejecución. Pavkovic no deja lugar a dudas sobre el significado de los círculos marcados en torno a esos seis nombres que no ha desvelado. "No recibí ninguna llamada para decirme si había que llevar a cabo la orden o no. Pero está claro que ésa no es una labor atribuible a las fuerzas armadas", señalaba ayer Pavkovic.
La coalición DOS del nuevo presidente logró imponer la dimisión de tres de los grandes dirigentes del aparato represivo del régimen anterior, como el presidente del Tribunal Supremo serbio, Balsa Godevarica, el fiscal general serbio Dragisa Krsmanovic pero ante todo la del citado jefe de la policía de la seguridad del Estado, Markovic, hombre de confianza de Milosevic.

Según pasan los días y Kostunica recibe el apoyo exterior para la democratización y para la reconstrucción de la economía serbia, hoy postrada, los nuevos dirigentes parecen sentirse más seguros en su política de neutralizar a los peores enemigos del cambio y perseguir a aquellos que, de ser protegidos, mancillarían todo el proceso de reformas democráticas. En Nis se abría ayer por ejemplo un juicio militar contra un comandante del Ejército, Dragisa Petrovic, y dos reservistas por asesinar a dos civiles albaneses en Kosovo el pasado año. Y en la prisión de la ciudad de Pozarevac salía finalmente en libertad la poetisa albanesa Flora Brovina, condenada por el régimen de Milosevic en una sentencia calificada en general como grotesca, a 12 años de prisión por supuestas actividades hostiles contra el Estado y terrorismo.

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