Por HERMANN TERTSCH
El País, Copenhague,
17.05.2000
La policía danesa está en máxima alerta -la llaman roja-
ante la final de la Copa de la UEFA entre el Galatasaray turco y el Arsenal
inglés que se celebra hoy (20.45, La 2) en el estadio Parken de Copenhague. En
torno al 20% del total de las fuerzas policiales de todo este país llevan días
de servicio y vigilancia volcados para evitar que se produzca ese
enfrentamiento que muchos auguran entre dos aficiones potencialmente muy
violentas que llegan a la capital danesa con el recuerdo de los dos aficionados
ingleses, seguidores del Leeds, asesinados en Estambul en vísperas del partido
de ida de las semifinales.
El Galatasaray ganó la eliminatoria y la fortuna, buena o
mala, determinó que jugaran la final contra otro equipo británico, el Arsenal.
El espíritu de venganza de los ingleses más radicales por lo que llaman
"sus mártires", aunque fueran de un equipo rival en la Liga inglesa y
por lo demás odiado, el orgullo a flor de piel de los turcos que esperan ganar
su primer campeonato europeo en la historia y los exaltados sentimientos
patrióticos de unos y otros, han creado un estado de excepción y alarma en la
capital de este pequeño país, cuya población vive en una sociedad de práctica
multiculturalidad y con un proverbial talante tolerante. El patriotismo
fanático y el odio se dan cita en un corral perfectamente ajeno y por unos días
secuestrado de su general relajamiento. La policía danesa ya tiene datos que
avalan el hecho de que algunos de los grupos más violentos del fútbol inglés
han emprendido viaje hacia Copenhague, nadie sabe si con entrada al campo o sin
ella. Aunque cada equipo recibió 12.000 entradas para vender entre sus seguidores,
nadie sabe aún cual será la correlación de fuerzas entre turcos e ingleses.
Hasta 9.000 entradas que salieron a la venta libre, acabaron fuera de control.
Por eso, la separación de las aficiones dentro del recinto está más que en
peligro. Respecto a los turcos, la gran colonia de inmigrantes de este país en
Dinamarca y en la vecina Alemania hacen imposible el control estricto de los
asistentes.
Fuertes sanciones
El jefe de policía de la ciudad, Flemming Munch, ha
anunciado que sus hombres tienen órdenes estrictas de reprimir cualquier conato
de enfrentamiento y de sancionar a los responsables con detención, multas,
cárcel y expulsión. Las autoridades turcas han enviado un equipo de policías y
magistrados para ayudar a la policía danesa, y la policía británica ha
advertido a sus compatriotas de que quién sea condenado por algún hecho
violento arriesga no pisar durante diez años un campo de fútbol.
Cuando el árbitro español Antonio López Nieto pite hoy el
comienzo del partido, habrá al menos 12.500 seguidores del Arsenal en el campo
y la policía teme que muchos más en las inmediaciones, viendo el partido en
bares, pubs o restaurantes. Las autoridades han decidido no cerrar los
establecimientos públicos de bebidas pero también han querido dejar claro que en
cada uno de ellos habrá agentes dispuestos a intervenir ante el menor
incidente. El fantasma de los graves disturbios de París durante el Mundial de
fútbol planea sobre esta sosegada capital cuya población autóctona no demuestra
entusiasmo alguno por una fiesta del fútbol europeo en la que tan poco se juega
y que tantas incomodidades puede causarle.
Todos temen la violencia y a un tiempo aseguran que no se
producirá, insisten en que las medidas tomadas son masivas, cien veces
pensadas, bien organizadas y sin precedentes. Futbolistas y directivos de ambos
equipos, fuerzas de seguridad danesas, periodistas y autoridades, hacen
continuos llamamientos a convertir la final de hoy en una gran fiesta del
fútbol que cierre las heridas de los terribles acontecimientos de Estambul. El
Galatasaray, que acaba de ganar la Liga y la Copa turca, se siente capaz de la
gesta que supondría llegar a Turquía con la victoria que todo el país vería
como un hito en su historia. Hasta el líder turco Abdullah Öcalan ha pedido,
directamente al ministro turco de Justicia, una televisión para ver en su celda
la final. Los ingleses, que ya ganaron en Parken ante el Parma en 1994 la UEFA,
quieren repetir éxito en el mismo escenario.
Arsenal:
Seaman; Dixon, Keown, Adams, Silvinho; Parlour, Vieira, Petit, Overmars;
Bergkamp; y Henry.
Galatasaray: Taffarel; Capone, Popescu, Korkmaz, Unsal;
Erdem, Suat, Ergun; Hagi y Sukur
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