Por HERMANN TERTSCH
El País, Copenhague,
18.05.2000
FÚTBOL
UNA FINAL DE LA COPA DE LA UEFA TEÑIDA DE VIOLENCIA
Hombres y mujeres se pelearon en una afable ciudad por odiar
a quienes portaban otros colores
Nada como un partido de semejante pasión deportiva como el
jugado ayer en la capital danesa por el Galatasaray y el Arsenal para acordarse
del Baron de Coubertain, del ideal competitivo que tanto mejora al hombre y de
los proverbiales ideales británicos del fair play. Sobre todo si comparte uno
tribuna con un compacto grupo de aficionados ingleses a ese deporte inventado
por ellos: el fútbol. Todos en el campo, jugadores y público sabían que más de
una docena de personas se hallaban ingresadas en el hospital, tres de ellos por
herida de arma blanca. Los jugadores estuvieron hasta el final a la altura de
las circunstancias. Sus encontronazos y su lógica tensión no pasaron de lo
normal en semejantes circunstancias. Sin embargo, sí merecen un estudio esas
comunidades humanas que viajan con equipos como quien camina hacia las cruzadas
medievales, dispuestas a quemar por la causa a cualquiera que entorpeciera sus
propósitos.
El ambiente tribal de estos colectivos abrazados a consuelos
primarios puede ser colorista en televisión. Entretenido. En directo muy
directo, es decir, en plena inmersión en el mismo, resulta sobre todo revelador
del por qué son tan propicios a generar monstruos y nazis, a crear
personalidades sin matiz ni piedad.
Los navajazos de ayer, las palizas brutales que se
propinaron mutuamente los más radicales de los seguidores de ambos equipos en
Copenhague se antojan el resultado lógico de la educación de masas que
propugnan. Hombres y mujeres, se supone que socialmente medianamente
integradas, se peleaban ayer en la ciudad más afable del mundo por odiar a
quien portaba colores que no fueran los propios.
Fue la de ayer una final vista por muchos probablemente, con
seguridad un buen negocio, pero en sus entrañas, un espectáculo monstruoso. Y
muchos daneses, y no daneses, se preguntaban si realmente aquello, en aquellas
circunstancias y poniendo en peligro la vida de seres humanos, valía la pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario