Por HERMANN TERTSCH / MIGUEL GONZÁLEZ
El País, Estambul,
19.11.99
LA CUMBRE DE ESTAMBUL
Turquía, Azerbayán, Georgia y Turkmenistán firmaron ayer el
acuerdo para la construcción de un oleoducto y un gasoducto pararelo que unirá
Bakú en el mar Caspio con el puerto mediterráneo turco de Ceyhan. Este contrato
ahora suscrito al margen de la cumbre de la OSCE en Estambul tiene mucho que
ver con el creciente conflicto en el Cáucaso que tanto ha deteriorado las
relaciones de Moscú con Occidente. Rusia pierde con este inmenso contrato el
monopolio del control que ha tenido sobre el acceso a los grandes yacimientos
de crudo y gas en el mar Caspio. El oleoducto que transporta el petróleo desde
Baku a Novorossiirsk en el Mar Negro deja así de ser la única opción para la
exportación por parte de los nuevos Estados exsoviéticos que cuentan con estas
riquezas naturales, ante todo Azerbayán. Este oleoducto pasa por Grozni, la
capital de Chechenia. La oferta rusa de promocionar dicha ruta parece haber
fracasado definitivamente. Primero, porque Occidente, pero ante todo Estados
Unidos, se ha inclinado abiertamente por la alternativa turca, que cruza un
Estado que ha sido fiel aliado de la OTAN desde su fundación. Pero también
porque la oferta rusa cruza una región como Chechenia en la que la seguridad
del oleoducto está lejos de estar garantizada.
En el Cáucaso, en el Mediterráneo Oriental y en Oriente
Medio se concentran hoy muchas de las ambiciones e intereses que serán vitales
en el siglo que ahora comienza. Unir el Caspio con los otros mercados,
estabilizar la región, crear sociedades abiertas, democráticas y responsables
son los grandes retos. Rusia, Turquía, Reino Unido se disputaron con fiereza la
región en el pasado. Hoy los contendientes son más.
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